El 31 de enero de 2013, Elisa Lam desapareció sin dejar rastro en uno de los hoteles más tenebrosos de Estados Unidos: el Cecil Hotel de Los Ángeles. Tenía 21 años, era canadiense y viajaba sola por California.
Su última aparición quedó registrada en un video escalofriante que sigue generando teorías hasta hoy: en el ascensor del hotel, apretaba botones con desesperación, se asomaba una y otra vez por la puerta como si alguien la persiguiera y se movía de forma errática, casi fantasmal. Veinte días después, su cuerpo fue encontrado flotando desnudo dentro de un tanque de agua en el techo del edificio.
Ese hallazgo, espeluznante por donde se lo mire, convirtió el caso de Elisa Lam en uno de los misterios más inquietantes del siglo XXI.
¿Quién era Elisa Lam?
Nacida en Canadá, Elisa era estudiante de la Universidad de British Columbia y tenía un diagnóstico de trastorno bipolar y depresión, enfermedades que compartía con honestidad en su blog personal. Pese a sus problemas de salud mental, decidió emprender un viaje sola por la costa oeste de Estados Unidos.
Compartió sus primeras experiencias en redes sociales: fotos en el zoológico de San Diego y textos sobre su paso por las ciudades. El 26 de enero llegó a Los Ángeles y dos días después hizo el check-in en el Cecil Hotel, un edificio cargado de un pasado oscuro, ubicado a pasos de Skid Row, una de las zonas más marginales de la ciudad.
La noche del ascensor: el video viral de Internet
Inicialmente, Elisa compartía habitación con otras mujeres, pero fue reubicada luego de que sus compañeras se quejaran por su comportamiento extraño. Dejó notas con frases inquietantes como “Váyanse” y “Aléjense de mí”. El 31 de enero, visitó por última vez una librería, donde compró libros para su familia. La empleada que la atendió dijo que se mostró amable pero “algo preocupada”. Esa noche, la cámara de seguridad del ascensor del hotel la captó actuando con una mezcla de miedo y confusión.

Ese video, liberado días después, se volvió viral en todo el mundo. Algunos decían que huía de alguien, otros hablaban de posesiones demoníacas o episodios psicóticos. Nadie sabía nada con certeza. Y Elisa nunca volvió a ser vista.
El espeluznante hallazgo
El 19 de febrero, casi tres semanas después de su desaparición, los huéspedes del hotel comenzaron a quejarse por la baja presión del agua y su extraño color y olor. Fue entonces cuando un empleado de mantenimiento, Santiago López, subió al techo para revisar los tanques. Lo que encontró fue estremecedor: el cuerpo sin vida de Elisa flotaba en uno de los depósitos de agua potable.

“El techo tiene cuatro tanques. Subí por la escalera y abrí la trampilla. Cuando miré adentro, vi algo flotando. Me di cuenta de que era un cuerpo”, relató López más tarde para un documental de Netflix sobre el caso. Lo perturbador era que el tanque estaba cerrado, no había escaleras cercanas y la tapa era extremadamente pesada.
¿Qué decía la autopsia?
La autopsia determinó que la causa de muerte fue “ahogamiento accidental”. No había signos de violencia ni presencia de drogas. Pero sí un dato inquietante: sus niveles de medicación eran bajos, lo que indicaba que no estaba tomando sus dosis para el trastorno bipolar. Especialistas señalaron que esto pudo haber provocado un episodio psicótico.
“La lógica no funciona en esos estados. Es difícil separar la fantasía de la realidad”, explicó la psicóloga Judy Ho en el documental The Vanishing at the Cecil Hotel. Para ella, el comportamiento de Elisa era consistente con una persona atravesando un brote psicótico severo.
Pese a la conclusión oficial, las dudas persisten. ¿Cómo llegó Elisa hasta el tanque? ¿Por qué nadie la vio? ¿Cómo logró levantar la tapa y meterse sola? ¿Por qué no pidió ayuda? A más de una década del hecho, las teorías siguen multiplicándose: desde conspiraciones hasta fenómenos paranormales. Pero ninguna logra responder del todo qué pasó esa noche.