A casi dos semanas de que Juana Inés Morales (69) y Pedro Alberto Kreder (79) fueran vistos por última vez tras iniciar un viaje desde Comodoro Rivadavia con destino a Camarones, las fuerzas de seguridad mantienen activa la búsqueda, concentrándose en áreas rurales y de difícil acceso de la provincia de Chubut.
El enigma en torno a la desaparición se profundizó luego de que las autoridades hallaran el vehículo abandonado en una zona apartada, lejos de las rutas principales. Dentro del auto encontraron alimentos, un detalle que despertó la curiosidad y las sospechas de los investigadores.

En este marco, Lucrecia Galgano, una amiga muy cercana de Juana, aportó información relevante sobre ella. Describió a la mujer como una docente jubilada que llevaba una vida serena, dedicada a su familia, a las actividades de su iglesia y al cuidado de su nieto.
Qué dijo la amiga de la jubilada desaparecida en Chubut
Galgano se refirió a las hipótesis que apuntaban a que Juana podría haberse adentrado a pie en la zona donde se centra la búsqueda, descartando rotundamente esa posibilidad. “Juana no es aventurera; camina una cuadra y se agota”, explicó Lucrecia, aludiendo a la personalidad tranquila y poco arriesgada de su amiga.
La mujer fue contundente al remarcar que Juana “se agitaba para caminar, más de una cuadra no caminaba”. Por ese motivo, Lucrecia consideró imposible que su amiga haya recorrido largas distancias por sus propios medios.
Otro aspecto importante que destacó fue la gran confianza que Juana solía depositar en los demás. Según su testimonio, la docente jubilada “no ve maldad en las personas” y siempre se mostraba amable y abierta con quienes la rodeaban. “Ella confiaba en Pedro y creía en la buena voluntad de los demás”.
Esa característica, según Lucrecia, podría haber jugado en su contra: “Si hubo un tercero que los desvió, puede ser también, porque ella no ve maldad en las personas”.

Además, la amiga aportó detalles sobre la relación sentimental que Juana mantenía con Pedro Kreder, aclarando que se trataba de un vínculo reciente. Juana, quien había enviudado en dos ocasiones y vivía con su madre de 95 años, conoció a Pedro apenas dos meses atrás, en una peña.
Pese al poco tiempo, la relación era muy intensa. “Ella estaba muy feliz y muy enamorada”, comentó Lucrecia, y agregó que incluso Juana pensaba en mudarse con él.

No obstante, Juana había expresado una “cierta inquietud” respecto al viaje a Camarones. Lucrecia recordó una charla previa en la que su amiga le había confiado sus temores: “Amiga, yo tengo miedo porque él es grande, la ruta es muy larga”, y aunque no se animaba a decirle que no, planeaba pensarlo mejor.
Mientras la Policía de Chubut continúa utilizando drones con inteligencia artificial y perros entrenados para rastrear la zona desértica, el testimonio de Lucrecia Galgano agrega más misterio al caso, ya que refuerza la idea de que Juana difícilmente se haya internado por decisión propia en un terreno tan inhóspito.