Durante los largos meses de confinamiento como consecuencia de la pandemia de Covid-19, Benjamín Moll, un ingeniero y padre de Juanba, un niño de cinco años, decidió sacar a la luz un viejo pasatiempo para entretener a su pequeño durante esos días.
Los años en los que Benjamín asistió a la universidad, los transitó como Mago Losina. Al ver que el aislamiento iba a demandar mucho tiempo de encierro, decidió sorprender a su hijo con los trucos de magia que supo realizar en su juventud.
“La movida con la magia resurgió en la pandemia. Estábamos encerrados, con un hijo de cuatro años en ese momento y mucho tiempo ocioso en casa. Así que agarré la valija y le empecé a contar a Juanba que yo era mago. Él ni lo sabía. Le empecé a mostrar las cosas, a hacer trucos, nos disfrazábamos y se empezó a enganchar. Al principio le explicaba el truco y se desilusionaba o lo hacía él, mecánicamente, y terminaba sorprendido, mirando una taza, preguntándose qué había pasado. Como que no entendía qué había pasado, a pesar de que se lo expliqué y que lo hacía él. Me generaba una ternura”, contó Benjamín en diálogo con “LM Neuquén”.
Sobre sus comienzos, dijo que “En 2006, cuando estudiaba ingeniería en Buenos Aires, empecé a estudiar magia en la escuela de Adrián Guerra, que es campeón mundial y que hacía shows en el programa de (Marcelo) Tinelli. En la escuela te enseñan técnicas y trucos. Después vas creando tus propios desarrollos y resoluciones. Esa parte yo la perfeccioné con el Mago Aryel durante dos años más y ya preparando shows para eventos, casamientos, fiestas, cumpleaños”.
Si bien en las redes sociales le piden que realice shows junto a Juanba, él prefiere que quede dentro de sus conocidos. “Hoy lo veo como un entretenimiento y me divierte hacerlo así virtual y como un juego, involucrando a mi hijo. No lo veo como algo laboral porque requiere de mucho tiempo y energía. Está bueno hacerlo cuando tenés ganas. Yo soy ingeniero, gerente de operaciones en una consultora de Neuquén, esa es mi dedicación”, explicó.
En cuanto a por qué dejó de hacer magia “Llegó un momento en que hacer magia me dejó de gustar. Pasé de hacer en todos lados porque me re copaba a no querer hacer más nada. Se tornó como un trabajo. Los eventos eran los sábados a la noche, mis amigos estaban en otra y yo organizando el maletín y la presentación desde la tarde. La magia dejó de tener esa chispa y dejé. Luego me recibí de ingeniero en sistemas y volví a Cipolletti”, concluyó.