Un jubilado, que alojaba 45 perros de la calle, falleció y sus mascotas quedaron a la deriva. Los vecinos, junto a organizaciones protectoras de los animales decidieron cuidarlos hasta que puedan ser adoptados.
El amor que Roberto Paseros sentía por los animales era conocido entre los vecinos del Casco viejo de la localidad de Centenario. Desafortunadamente, el hombre falleció y sus preciadas mascotas quedaron sin dueño. Sin embargo, tras su muerte intervinieron distintas organizaciones y activistas en defensa de los derechos de los animales para reubicar a los canes.
Doce voluntarios se dividen en grupo para visitar la casa de Roberto, llevan alimento y limpian el gran patio donde se alojan los canes. El trabajo es intenso pero necesario.
Marcelo Quiroga, una de las proteccionistas de los animales de Paseros, relató al medio Imneuquén, que se dividen en grupo para atenderlos, limpiar y darles de comer. "En la casa quedó su esposa pero es una mujer mayor que no puede manejar sola a tantos animales", explicó Marcela.
La activista expresó sobre Roberto que, el hombre "se hizo bastante conocido en Centenario y mucha gente se acercaba a dejarle perros". Además agregó que "como suele ocurrir, las adopciones no marchaban al ritmo del ingreso de nuevos animales, por lo que el jubilado llegó a tener 45 canes al momento de su muerte, un número ya difícil de manejar".
Durante las últimas dos semanas, cinco perros fueron dados en adopción y otros se repartieron en diferentes hogares que los tienen en tránsito. Aún así, son 20 los perritos que continúan en la casa de Roberto a la espera de una familia que les de un hogar.
Al respecto, Marcela comentó que: "La ventaja de adoptar un animal crecido es que se evitan los riesgos que aparecen ante la falta de las primeras vacunas. De los animales disponibles, todos están sanos y muchos fueron castrados a partir de la iniciativa de los proteccionistas, que quieren entregarlos esterilizado".