La pandemia se llevó los sueños y proyectos de miles y miles de personas, y entre ellos están Los Méndez, una familia de músicos oriundos de Tupungato, pero radicados en Godoy Cruz desde hace algunos años. Sus planes en marzo del 2020 eran irse a vivir a España en búsqueda de nuevos rumbos con su música, pero el cierre de las fronteras los obligó a quedarse y no les fue nada fácil.
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Daniel Méndez (41) junto a sus hijos, Gonzalo (14) y Benjamín (12), desde 2015 se dedican al folclore junto a otros dos integrantes de la banda Simple Méndez. Previo a la pandemia, decidieron dejar el país por lo que vendieron casi todo lo que tenían, incluso algunos instrumentos, para poder viajar a Europa donde los esperaban con casa y comida.
Con la cuarentena estricta se quedaron en Mendoza y tuvieron que usar sus ahorros para poder pagar las cuentas y vivir. Teniendo en cuenta que uno de los principales ingresos de la familia eran los eventos que quedaron completamente prohibidos durante meses.
Sin poder salir a tocar y sin la posibilidad de que Daniel pudiera hacer distintas changas como trabajos de soldadura y plomería, tuvieron que rebuscárselas como muchos otros para salir adelante. Fue en ese momento que su esposa pensó en invertir el dinero que cobraron del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para poner una verdulería en su casa y así poco a poco pudieron recuperarse.
“Al haber vendido muchas de las cosas que teníamos, nos permitió tener una reserva de dinero, pero no era tanto. Entonces como les pasó a muchos músicos, la fuimos gastando para pagar impuestos y para poder comer. Fue muy complicado para nosotros”, contó Méndez a Vía Mendoza.
De músicos a verduleros para salir adelante
Méndez y su esposa vendieron elementos personales e instrumentos, entre ellos una guitarra muy querida por uno de sus hijos para juntar el dinero del viaje. Pero la venta y el contexto familiar, provocó un principio de depresión por angustia en el adolescente y el dolor de ver así a su hijo, sumado a las preocupaciones por la situación económica, desencadenaron una diabetes emocional en Daniel.
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“Mi hijo empezó con un dolor en el pecho y le hicimos muchos estudios para saber qué era, hasta que le diagnosticaron que tenía un principio de depresión por angustia”, comentó el hombre y explicó que se dieron cuenta que ocurrió después de que vendieron el instrumento que ellos mismos habían acondicionado, por lo que tenía un valor sentimental especial para el niño.
Además, a los chicos los angustió no haberse podido ir a España, ya que estaban muy entusiasmados con la idea de viajar y de vivir en otro país.
Con el tiempo todo se fue acomodando y tanto Daniel como su esposa lograron sortear los obstáculos que se les fueron presentando. Abrieron una verdulería en casa, de a poco volvieron los shows (los que ahora están prohibidos nuevamente), las changas y pudieron comprarle otra guitarra a su hijo. Además, la pasión por la música siempre los acompañó en este proceso y fue el principal sostén de la familia.
La idea del emprendimiento en casa surgió de la mujer, ya que en Tupungato habían tenido una y conocían el rubro. “Pensamos que era lo más accesible para poder tener dinero. Y cuando nos pagaron el primer IFE, fue mi esposa quien decidió que pongamos el negocio y con eso fuimos a comprar verduras a la feria del Este. De a poco empezamos a invertir”, recordó Méndez.
“Tenía materiales guardados y como me gusta la soldadura armé las estructuras para poder apoyar los cajones. Pusimos un gacebo en la entrada del garage de la casa, acomodamos los cajones y así comenzamos. De a poco fuimos creciendo”, contó. Y resaltó: “La verdulería fue la que nos salvó en gran parte y la seguimos teniendo. Asique ahora somos verduleros y la música pasó a ser un hobbie en esta situación”.