Sofía Guadalupe Lucero tiene 14 años y comenzó a jugar al fútbol a los 8 en Gimnasia y Esgrima de Mendoza. Su puesto es de arquera y es la única de la provincia que tiene 13 goles convertidos de tiros libres. Y desde hace meses que –con apoyo de su familia- emigró a Buenos Aires para poder cumplir su sueño: jugar en un club importante para iniciar su camino a una Selección Argentina.
Actualmente, forma parte de la Sub 16 de la UAI Urquiza, uno de los equipos más importantes del fútbol femenino profesional de la AFA. Pero además, juega en la Reserva y se entrena con la Primera, compartiendo ensayos con jugadoras de nivel internacional.
Cómo empezó la carrera deportiva de Guadi Lucero en Mendoza
Guadalupe viene de una dinastía de arqueros de Gimnasia, su abuelo lo fue a fines de los 60 y principios de los 70, y su papá en la del 2000. Y ella, la única nena, pero la mayor de tres hermanos, decidió también calzarse los guantes y enamorándose de la posición.
Bajo los tres palos tomó bien ese perfil en el que un día puede ser heroína, pero luego villana también: siendo una arquera que puede sacar todo como el ‘Dibu’ Martínez o comerse goles para la decepción de la afición. Pero este último, no es el caso de la mendocina.
Ella juega desde los 8 años comenzando en el club de su familia, Gimnasia, bajo la conducción de Emanuel Galve. Luego, cuando él se fue para dirigir Amuf, ella no dudó en seguirlo. Allí, con 13 años, debutó en la Primera de la Liga Mendocina y jugó tres partidos. También formó parte de la Sub 15 de la Selección de Mendoza para disputar el “Córdoba Cup” donde se consagró campeona. Hizo podio en el torneo de inferiores local, y es la única arquera con 13 goles convertidos de tiro libre. Después, con 14 años, hizo su prueba en la UAI y quedó para ser parte de la Sub 16.
-¿Qué significa Gimnasia para vos?
-Pasión. Desde chica mi papá nos llevaba a la cancha y nos hizo de chicos hinchas de Gimnasia. Amo ir cuando puedo y cantar sus canciones.
-¿Se podría decir que heredaste el puesto?
- En un principio empecé como jugadora, pero ahora lo hago más por mi abuelo y mi papá. Si bien a mí me gusta el puesto, es una forma de honrarlos porque son mis referentes.
Cómo fue la llegas de la mendocina a la UAI
La situación se dio por casualidad. De vacaciones con su familia, su papá Diego se contactó con el coordinador del club bonaerense, Leandro “Toti” Iglesias, para ser parte de un entrenamiento de prueba. Después de ver a la joven y esbelta arquera (mide 1,75m de altura) no dudaron en ofrecerle un lugar.
Fue becada para continuar sus estudios en el Colegio Esteban Echeverría, mientras que su madre, quien la acompañó en todo momento, atiende hoy el buffete de la Facultad de Medicina de la UAI. A su vez, sus dos hermanos (de 12 y 5) también consiguieron escolarización. Fue un cambio radical de la familia para que Guadalupe emprendiera su sueño.
Su padre, por su parte, va y viene de Buenos Aires a Mendoza por trabajo. Y por un orgullo tremendo es que realizan este sacrificio para apoyarla. “Estamos luchándola, pero decidimos no dejarla sola”, confió Diego.
En la UAI, Guadalupe se entrena en una división mayor, la sub 16; pero por sus condiciones también lo hace en la Reserva, categoría que se entrena con la Primera, equipo que presenta jugadoras de la Selección Argentina (Romina Núñez y Daiana Farfán), de la Uruguaya (Sofía Olivera, de la Colombiana (Gavy Santos) y de la Ecuatoriama (Danna Pezantes), entre otras.
“Aún me estoy adaptando, pero con las categorías que entreno son todas buenas personas, respetuosas, supercompañeras, y hay mucha exigencia entre ellas, que lo veo muy positivo. Saber que estás entrenando con chicas que han ganado Libertadores o que estén en la Selección es increíble. Ver cómo juegan, yo siento que tiene que salirme a mí todo bien para dar -en general- un buen desempeño en cada práctica”, confió a Vía Mendoza, la protagonista de esta historia.
Su característica particular es que “tiene muy buena pegada con los dos pies. Saca de abajo con la izquierda y le pega de arriba con la derecha. Es predominante por su altura, va bien abajo y reacciona muy rápido”, expresó su papá, quien supo atajar bajo los tres palos del Lobo del Parque, durante el antiguo Argentino B.
-¿Guada, pensás en un llamado para el seleccionado nacional?
-Este año sí. Lo quiero y lo deseo con muchas ganas. Estoy dando todo de mí para poder llegar a eso
Del interior a Buenos Aires: la adaptación de la adolescente mendocina
Siendo una adolescente, Guadalupe supo adaptarse a la locura de Capital Federal; sumado a combinar la vida del alto rendimiento con la escuela. Cursa el colegio en la mañana, y suele entrenarse en las tres sedes que tiene el fútbol femenino del club: Ezeiza, Morón y Villa Linch.
Viaja distancias largas haciendo combinaciones de micro y subte, para poder cumplir a diario con sus 2 horas de entrenamientos, aproximadamente. Y si bien es sacrificado “ella siempre supo que quería vivir de esto. Tuvo este claro objetivo desde sus 8 años”.
Hoy “está de novia y el muchacho la entiende perfectamente, que la relación debe ser a distancia. De hecho, ella hace poco nos preguntó si podía hacerse un tatuaje y nos sorprendió el motivo: un ancla”, confió el papá.
-¿Cuál es tu sueño Guada?
-Es poder vestir la camiseta de la Selección y, si es posible, jugar fuera de Argentina.
Qué hubiera sido de Guada, de no haberse descubierto en el fútbol
“Era inminente”, dijo su papá. “Practicó hockey, vóley e incluso hizo un año de cocina. Le gusta mucho y lo mejor que le sale son los postres, principalmente la torta de óreo. Pero el fútbol corre en sus venas”, aseguró su progenitor.
“Le apasiona lo que hace. Su abuelo fue arquero en el equipo de Víctor Legrotaglie, es una gloria en Gimnasia. De hecho, en el 2016, cuando el club cumplió 100 años, fue homenajeado junto a otras leyendas, y él entró a la cancha con Guadi recién nacida en sus brazos”, concluyó el papá de Guadalupe, muy emocionado.
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