Chaves padre, que hoy es querellante en los juicios de lesa humanidad y que sigue siendo el abogado de la Cooperativa Eléctrica de Alvear, reafirmó que está pronto a "colgar los botines", y que, por eso, no tenía ni tiempo ni ganas de defender a los que hoy están presos y que pertenecen a la Tupac Amaru, de los que dijo ni siquiera conocer por qué estaban imputados. Sí confesó que lo contactaron una vez, pero que se desencontraron y eso quedó en la nada.
Además afirmó acerca de la causa que será, sin dudas, otro de los momentos bisagra en la vida de su hija: el más importante o el primero de ellos en su carrera judicial.
En su declaración de enero de 2011, en una audiencia de los juicios por delitos de lesa humanidad en Mendoza, Héctor Rosendo Chaves relató que cuando lo secuestraron –en marzo de 1976– su hija menor tenía 3 años y que cuando quedó en libertad, 6 años después, la niña preguntó quién era ese hombre, refiriéndose a él. No hablaba de Gabriela, que nació un año después de Gustavo, el mayor, y que tenía 8 años cuando a él lo aprehendieron en su estudio de General Alvear, adonde ya defendía a militantes de agrupaciones políticas. Hablaba de una de las hermanas de la fiscal de 49 años que hoy lleva adelante la investigación en torno a la filial mendocina de la Tupac Amaru, y que ordenó el 7 de abril la detención de Nélida Rojas, su líder.