La distancia y el tiempo no pudieron evitar que se reencontraran. Jorge viajó más de 1000 kilómetros para ver nuevamente a “Lalo”. a aquel compañero que le prestó un par de medias y lo cuidó durante la guerra. En una fecha tan particular, como fue el día de cumpleaños de “Lalo”, Jorge fue hasta Alto Río Senguer, al sudoeste de Chubut. Un pueblo pequeño de 1km2, ubicado 60 km al oeste de la ruta 40 y a 150km de la localidad de Sarmiento. Allí con la Precordillera como escenario pudieron darse ese abrazo postergado por 39 años.
Jorge viajó con su esposa Marta, quien fue la encargada de registrar en imágenes ese momento. Lalo lo estaba esperando en la vereda de su casa. En un video que llegó a los estudios de TN y luego publicó, se pudo sentir la emoción, incluso antes de que Jorge bajara de la camioneta que trasladaba. Al momento de verse, Jorge y Lalo, se acercaron el uno con el otro y se fundieron en un abrazo que duró más de un minuto u medio, no querían soltarse. Las familias de los soldados no dijeron nada, como para no interrumpir el momento. Las lágrimas, el amor y la emoción se apoderaron de ese momento. El silencio en ese abrazo eterno decía más que cualquier palabra. “Qué alegría”, exclamó “Lalo”, luego del abrazo. Una de las hijas de “Lalo” agradeció a Jorge el haberse tomado el tiempo para viajar y ver a su papá. “Lo necesitaba, la verdad, lo necesitaba mucho”, respondió Jorge. “Quise abrazarlo fuerte y que él sintiera que no me había ido”, agregó.
Así reinicia la historia entre estos dos héroes, dos hombres que lucharon a destajo y sobrevivieron a la Guerra de Malvinas. Dos soldados que se vieron por primera vez en el campo de combate, vivieron y lucharon juntos en el “pozo de zorro” en las líneas del RI Mec 25 y que cuando terminó la guerra, no se vieron más. Hoy, Dios quiso reencontrarlos para darse ese abrazo que no fue en 39 años, para contarse anécdotas y disfrutar al menos 3 días en sus nuevas vidas.
Jorge tenía 19 años en el momento que inició el enfrentamiento entre Argentina y Reino Unido. “La guerra fue un error y un horror”, reflexionó Jorge. Era febrero de 1982, él había terminado el Servicio Militar Obligatorio el año anterior, pero le llegó la convocatoria al Regimiento de Infantería 25 de Chubut. Hacia allí fue con el bolso, desde su Córdoba natal, luego lo cambiaría por una bolsa de equipo y un fusil que cargaría durante 74 días.
Luego de un vuelo que lo llevó a Malvinas, Jorge conoció a Eduardo “Lalo” Rojas. Él fue su compañero de trinchera durante los duros y fríos días que duró el conflicto. Su trinchera era un “pozo de zorro” de dos metros. “Nosotros estuvimos ahí”, recordó. Siendo que su unidad fue la primera del Ejército Argentino en pisar suelo malvinense, en la Operación Rosario y luego, la compañía C se destacó a Pradera del Ganso, al centro de la Isla Soledad. También combatieron contra el avance británico en Moody Brook. Por la participación en la guerra de las Malvinas, la bandera de guerra de la unidad fue condecorada con la “Medalla de Campaña” del Ejército Argentino, la Medalla “A la Bandera que combatió en el Atlántico Sur” de la Provincia de Santa Fe y la Medalla de la Municipalidad de Sarmiento.
Junto con el Batallón de Artillería de la Infantería de Marina, el RI Mec 25 estuvo defendiendo la zona del aeropuerto, uno de los puntos importantes. Para Jorge los días eran interminables. El temor, el frío y la esperanza de salir con vida en cada enfrentamiento, acompañaba a los jóvenes soldados. . “Lalo vivió siempre en la Patagonia, por eso el clima no fue tan hostil para él, pero a mí me costó mucho”, expresó Jorge, quien al mismo tiempo, recordó que el primer ataque aéreo y naval inglés fue el 1° de mayo a las 4.40 de la madrugada.
En medio de un contexto de desolación, llegó el día del cese al fuego. Luego de firmar las actas entre ambos países, entregaron las armas y junto a otros soldados fueron llevados a Puerto Argentino. Según los relatos, los distribuyeron en siete grupos y los separaron. Jorge y “Lalo” se vieron por última vez el 14 de junio de 1982.
Desde ese momento, no volvieron a verse, cada cual partió a su lugar de origen, se pensaron y se preguntaron para sí mismos ‘qué habrá sido de la vida del otro’. Jorge no pudo hablar de Malvinas por un lapso de dos años. “Me dejó una herida fuerte, como a muchos de mis compañeros. Algunos se suicidaron, otros siguen luchando por un reconocimiento y yo ahora, por suerte, estoy bien”, dijo.
Pasó el tiempo, las heridas fueron dejando de tener peso en la vida de Jorge y así fue que formó una familia junto a su esposa Marta, ahora tienen 3 hijos y 2 nietos. Aun así, nunca dejó de pensar en su compañero de trinchera, “Lalo”. La necesidad de Jorge, de encontrarse nuevamente con su amigo, llevó a buscarlo por internet y si bien se comunicaron telefónicamente, en alguna oportunidad, nunca se pudieron juntar personalmente. Luego de 39 años volvieron a estar frente a frente, disfrutaron tres días juntos, pero esta vez acompañados por sus familias. Sin miedo a la muerte, sin frío ni hambre. Se reencontraron con casi 60 años de edad, con similares experiencias que marcaron sus vidas, con el anhelo de volver a verse y lo lograron.