Entre el 9 de diciembre de 1986 y el 25 de enero de 1987 el ARA Bahía Paraíso realizó cuatro cruceros turísticos a la Antártida. Encalló y naufragó el 28 de enero de 1989, frente a la base Palmer de los Estados Unidos en la isla Anvers del archipiélago Palmer en la Antártida tras chocar con una roca cuando trasladaba a un grupo de turistas.
Es de destacar su importante función en la guerra de Malvinas, ya que el Bahía Paraíso formó parte activa durante el hundimiento del crucero ARA General Belgrano y hacia el final del combate actuó como buque hospital, evacuando heridos, soldados y civiles. Días después de la rendición argentina, el 26 de junio el Bahía Paraíso trasladó a los soldados argentinos desde Puerto Argentino al continente.
Desde entonces, la Argentina no tiene un buque propio para realizar esta tarea. La única forma de proveer de insumos a los argentinos que viven en la Antártida es por medio del rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5) (RHAI), que si bien pertenece a la Armada Argentina desde 1978, fue fabricado en los Astilleros Wärtsilä en Helsinki de Finlandia. Y que se incendió en el 2007 con 241 tripulantes a bordo y volvió a zarpar diez años después, en el 2017, luego de una larga reparación.
Este año, un grupo de estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) presentó un proyecto de un buque que podría reemplazar a la Irizar. Esteban Escudero, Ian Carlos Alvarenga, Juan Cruz Tauterys, María Junco, Maximiliano Mavica, se reunieron con funcionarios de la Armada Argentina, quienes le dieron las características que debería tener la embarcación que necesitarían para llevar combustible, alimentos y otros suministros a las bases antárticas argentinas.
"El tema es que el Irizar realiza también trabajos científicos. Ellos necesitan un buque que sólo sea de abastecimiento, como lo era el Bahía Paraíso", contó a diario Clarín Escudero.
Así nació la idea de diseñar una nave que pueda cumplir todas estas tareas de forma mucho más eficiente que el Irizar. Y tras completar el proyecto, lo presentaron al prestigioso concurso internacional "Dr. James Lisnyk", organizado por la Society of Naval Architects and Marine Engineers (SNAME).
"La propulsión que tiene es a través de gas natural licuado. Si bien también navega con diésel antártico, también tiene la capacidad de navegar con LNG, con lo cual produce menos contaminación y eso es clave para navegar un área protegida como la Antártida. Creo que ese es un diferencial importante, para destacar porque es algo innovador, es algo nuevo que no todos los barcos tienen y para nosotros fue un gran desafío porque es algo nuevo y muy moderno", explicó uno de los graduados de la Universidad.
"El buque tiene 132 metros de eslora, 22 metros de manga, 12 metros de puntual y 7,7 metros de calado, tiene la capacidad de navegar por aguas polares, transportando carga, personal y provisiones para las campañas antárticas", detalló Ignacio Lozano, estudiante de la carrera de Ingeniería Naval, miembro de ANTU, la sección estudiantil que representa al SNAME en Argentina, y participó del desarrollo de los proyectos de construcción de un yate y el buque logístico que ganó la competencia este año..