El 14 de junio de 1982, el gobernador militar de las islas Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, firmaba el acta de capitulación.
La Fuerza Aérea Argentina compartió con el diario La Nación, en forma exclusiva, el documento en el que un grupo de cuatro excombatientes cuentan los detalles de las negociaciones previas a la firma de la rendición de las fuerzas argentinas.
A las 9 de la mañana del 14 de junio de 1982, los británicos controlaban los límites de Puerto Argentino, donde se encontraban replegadas las fuerzas nacionales, casi sin municiones.
El informe revela que Menéndez recibió la oferta de rendición mientras el general Leopoldo Fortunato Galtieri, el presidente de facto, ajeno a los problemas de las fuerzas nacionales, instaba al general argentino a "sacar a los soldados de los pozos" y contraatacar.
"Creo que usted no me entiende, mi general", replicó Menéndez. Y continuó: "Ya no tenemos los apoyos propios, aéreo ni naval, y ante eso debemos asumir una gran responsabilidad: no tengo más espacio. Todo el esfuerzo que se podía hacer se hizo".
Los grupos de artillería habían sido neutralizados, el aprovisionamiento de munición estaba cortado y la infantería estaba en pleno repliegue sin capacidad de responder ni comunicaciones.
Pero Galtieri insistió en que no podía aceptar la rendición. Menéndez manifestó que era "lo único que quedaba antes de la derrota, porque si no puedo esperar nada de usted, no sé qué va a ser de la guarnición Malvinas en la noche de hoy" y expresó que estaba preparado para "asumir las responsabilidades que me corresponden".
Galtieri le dijo: "Actúe según su criterio". A lo que Menéndez contestó: "Mi general, si no tiene nada más para decir, corto y fuera".
El general argentino tomó la decisión de capitular y ordenó al capitán de navío argentino Barry Melbourne Hussey que se comunicara con los británicos, quienes prometieron enviar una delegación en helicóptero previo un alto el fuego, para evitar mayor derramamiento de sangre.
Se realizaron dos reuniones. En la primera se establecieron las condiciones de la rendición y en la segunda se firmó el acta de capitulación. Menéndez pidió mantener las banderas, aunque estas debían retirarse enfundadas de la isla. Además, se requirió que no hubiera desfile de rendición, mantener el mando de las tropas hasta el embarque y que los oficiales conservaran sus armas de puño hasta el embarque, entre otras.
Las condiciones fueron aceptadas y el único rechazo fue que los ingleses rechazaban en el documento la denominación "Falklands-Malvinas".
Demandas británicas Los británicos plantearon tres demandas: evacuar la ciudad en el menor tiempo posible, entregar el armamento y un reaseguro de que la Fuerza Aérea no atacaría más.
La segunda reunión se celebró con la presencia del general Jeremy Moore, que manifestó su reconocimiento profesional hacia los aviadores argentinos, que le habían hecho pasar horas muy difíciles.
Luego exhibió dos textos mecanografiados, uno en inglés y el otro en castellano, en los cuales se instrumentaba la capitulación de las fuerzas argentinas mediante una rendición incondicional. Manifestó que el único que tenía valor legal era el texto en inglés.
Menéndez dijo que no estaba dispuesto a firmar una rendición incondicional y luego de una discusión Moore aceptó sacar del texto la palabra incondicional para "preservar vidas humanas". Los argentinos se ofrecieron a mecanografiar el nuevo texto, pero el general británico dijo que no era necesario porque los reglamentos de guerra en el frente de batalla contemplan correcciones a los textos que pueden salvarse sin necesidad de confeccionar uno nuevo.
Luego, Moore planteó la necesidad de que cesaran los ataques de la aviación argentina porque era indispensable para poder regresar al continente. Se lo puso en conocimiento de que para terminar con los ataques aéreos era necesario contactar al comandante de la Fuerza Aérea Sur, el brigadier Ernesto Crespo, que tenía su asiento en Comodoro Rivadavia.
A Crespo se le informó por radio de la situación. Pero ajeno a la capitulación aseguró que "mientras tuviera un avión y un piloto, iba a continuar bombardeando a los británicos, sin contemplaciones". Aunque finalmente, cuando le ampliaron la información, se comprometió a no atacar los buques británicos.
Se firmaron varios ejemplares del acta de capitulación. Uno de ellos se encuentra en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón.