Durante el fin de semana, los integrantes de la Comisión Diocesana de Pastoral Social de La Rioja concretaron una reunión plenaria donde analizaron la situación de las familias, principalmente aquellas que integran los decanatos y las distintas pastorales temáticas.
De ese encuentro, se confirmó la adhesión a la exigencia de la Comisión Episcopal de Pastoral Social quien, junto a otras organizaciones religiosas y sociales, el 30 de agosto solicitaron "la implementación de políticas urgentes frente a la emergencia alimentaria que atraviesa nuestra patria".
El Fray Guillermo Fernández manifestó que la situación "es acuciante, pensando en la cantidad de gente que quedó desempleada por empresas que cerraron". Sobre las propuestas del sector, explicó que "hay que fortalecer la capacidad de acceso a los alimentos de las familias de nuestro país".
Sobre el rol de los funcionarios, dijo que "es inevitable entrar en el área de la cuestión política; en este periodo se ha aumentado los índices de pobreza y bajó el poder de acceso a la canasta básica".
Por último, destacó que "muchos curas están perdiendo el miedo porque se dan cuenta de la necesidad que están teniendo las parroquias".
El comunicado
La Comisión Diocesana de Pastoral Social adhiere a la exigencia de la Comisión Episcopal de Pastoral Social del pasado 30 de agosto y de otras numerosas organizaciones religiosas y sociales de la implementación de políticas urgentes frente a la emergencia alimentaria que atraviesa nuestra patria. Varios millones de hermanos y hermanas nuestros han caído no sólo bajo la línea de la pobreza, sino en la situación de no poder cubrir la canasta básica de alimentos necesaria para subsistir. Los habitantes de nuestra provincia no son una excepción.
El pasado sábado 7 de setiembre hemos estado reunidos los miembros de la comisión y hemos puesto en común nuestra experiencia de la situación que atraviesan la provincia y el país. Las preocupantes cifras que tanto el INDEC como el Observatorio Social de la UCA han hecho públicas, se han llenado de rostros y nombres que no nos permiten tolerar que el hambre de tantas hermanas y hermanos sea tratado como una variable más de las medidas de ajuste con que se pretende afrontar la crisis económica que atraviesa esta «patria bendita del pan».
Como creyentes en el Señor de la Vida, no podemos dejar de ver en cada una y cada uno de ellos el rostro del Dios que se hizo uno de nosotros. Incluso para aquéllos que no comparten nuestra fe, no obrar en consecuencia sería someternos al dominio del egoísmo y la indiferencia, del mal y de la muerte.
La Rioja, 10 de setiembre de 2019