Lleva adrenalina en la sangre, años de trabajo en los hombros y un cielo puesto en sus ojos. Tras mucho esfuerzo, la platense Jennifer Dillon se convirtió en la primera mujer piloto de acrobacia aérea argentina en obtener una licencia y competir en esta disciplina.
Su primer acercamiento al mundo de la aviación, no obstante, fue siendo azafata. Las puertas recién se le abrieron en 2003 durante unos talleres aeronáuticos en Tandil. “Ahí probé el vuelo de Acrobacia en planeador y decidí que quería hacer eso”, explicó Jenny en diálogo con VíaPaís.
Luego, sumó: “Para cuando empecé el curso de piloto ya sabía que quería volar acrobacia”. Su camino continuó en el aire: en 2004 empezó en planeador, en 2007 en avión en el Aeroclub La Plata, y para 2011 realizó su primer entrenamiento formal en Estados Unidos.
Esta pasión le corre por las venas: en su familia hay pilotos que se dedicaron toda su vida a volar profesionalmente en línea aérea y aviación ejecutiva. La cabeza de Dillon también está en lo alto, pero fue más allá y se convirtió en la primera en dedicarse a la aviación deportiva en competición.
La acrobacia aérea, un rubro caro donde aún gobierna el machismo
Según contó, siempre tuvo buenos compañeros alrededor, siendo ella la única mujer en el curso de piloto de planeador, de avión y también comercial. Dillon explicó que la suerte estuvo de su lado, ya que no todas pudieron atravesar este camino.
“Hay machismo, pero no es solo de los hombres. Muchas veces nosotras mismas nos encasillamos en ciertos roles o creemos que no podemos hacer o lograr ciertas cosas. Aunque eso está cambiando, aún nos falta mucho como sociedad”, indicó la aviadora.
Cabe destacar que, ya de por sí, este deporte es muy difícil y no por una cuestión de género, sino porque es bastante caro y no hay muchas posibilidades de formarse en esta especialidad. Se requieren aeronaves adecuadas e instructores específicos, y casi nadie cumple con esas condiciones para formar nuevos pilotos de acrobacia.
Lejos de darse por vencida, Jennifer permitió que su pasión por volar le ganara a cada barrera. De esta manera, compitió por primera vez en la Austrian Aerobatic Championship, en 2019. “Participé en la categoría de planeador. Ahí conformé el primer equipo argentino de acrobacia y fui la primera mujer en competir en planeador”, señaló.
Volar: una disciplina que le da felicidad y paz
Al momento de describir lo que siente al volar, la platense atinó a decir: “paz y felicidad”. En ese momento, donde el disfrute y la pasión gobiernan, toda su concentración y energía están puestas en el vuelo.
“Siempre salía para entrenar y me exigía mucho. Ahora me permito divertirme y compartir el vuelo con amigos”, agregó. No por nada lo califican como una disciplina; requiere de mucho entrenamiento y responsabilidad por parte del que aprende.
En la acrobacia aérea se comienza con maniobras básicas y, paulatinamente, se van agregando otras. En ese recorrido la dificultad incrementa, por supuesto. Además del dinero, hay que tener voluntad, paciencia y muchas ganas de aprender.
La lucha de Jennifer por incluir a las mujeres en el mundo de las acrobacias aéreas
La mujer insistió en que el mundo de la aviación está masculinizado, pero el de la acrobacia aún más. A esto se le suman los altos costos que conlleva, los cuales no siempre pueden ser afrontados por los sueldos de las mujeres.
Si bien su lucha antes estaba en superarse a sí misma día tras día, actualmente también está enfocada en la inclusión. Esto culminó en que fuera nombrada presidenta de la Asociación de Mujeres en Aviación Argentina (AMAA) en octubre del 2022.
No obstante, hay que remontarse al momento en que este nuevo camino inició: en 2019 la invitaron a un encuentro en Villa María para dar una charla sobre acrobacia, después empezó a meterse en los proyectos y actividades de la asociación.
“En la pandemia coordiné talleres aeronáuticos por Zoom para difundir las diferentes actividades que hay en la aviación. También organicé un proyecto para chicos llamado ‘AMAA Kids’, que este año lo pudimos hacer presencial para el Día del Niño en diferentes aeroclubes de todo el país”, comentó.
Todo su esfuerzo finalmente dio frutos; la felicidad que le da hacer acrobacias en el aire la inspira a seguir entrenando. Esa misma emoción que siente en el cielo, quiere compartirla con el resto y lograr que más mujeres puedan salir volando muy lejos junto a ella.
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