Llegó muy chico desde Posadas, con sus padres. Hoy lo acompaña su perro Roco y pasa sus días a metros del Hospital San Roque.
Aunque su rostro está muy ajado Carlos Mierez tiene solo 42 años. "Me separé de mi mujer, pero ella y nuestros hijos de 11 y 12 años, me visitan algunas veces", pero silencia los por qué de la distancia.
Su vida transcurre en el refugio, haciendo changas como cortar el pasto a los vecinos o vendiendo flores y pañuelos.
"No tuve posibilidades de tener otra cosa, la gente me ayuda con comida y ropa y la policía nunca me sacó". Relata que tiene un tumor y que se atiende en el Hospital Gutiérrez. "Desde que voy a una iglesia cristiana no tomo medicamentos", cuenta.
Carlos vive muy humildemente, usa un brasero para darse calor y cocinar. Es fanático de Racing, "me gustaría tener una radio para seguir a mi equipo". El perro le ayuda a proteger lo poco que tiene y le alerta ante los peligros. "Los vecinos saben que los cuido, saqué corriendo muchas veces a quienes querían atacarlos para robarles o agredirlos, llegué a arriesgar mi vida".
El puente construido en 1915 sobre las vías inactivas del ramal La Plata - Brandsen, de acero común y hormigón, está casi intacto. Desde lo alto, quienes lo cruzan, pueden ver el refugio de Carlos.