Una jornada con tiempo agradable acompañó la masiva afluencia a los cementerios de todas las ciudades y localidades de la provincia, por parte de la grey católica de Jujuy que recordó este martes el Día de los Fieles Difuntos en un marco en el que las expresiones culturales se vieron reflejadas en las tradicionales mesas de ofrendas de pan en los hogares.
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Como es de práctica, por decreto del Poder Ejecutivo provincial hubo asueto escolar y administrativo en la órbita de la administración pública, en la fecha.
“Hubo mucha afluencia de gente a los cementerios, hemos vuelto a las demostraciones de fe como en la época de la prepandemia”, dijo el obispo local Daniel Fernández, quien valoró las manifestaciones de los jujeños “en comunión con los santos y sus difuntos”.
Es que este día, verdadera síntesis del sincretismo entre el catolicismo y las tradiciones locales, representa una de las expresiones culturales más enraizadas en el pueblo, que con fe y dedicación prepara la celebración de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, tendiendo el 1 de noviembre una mesa de ofrendas hechas con masas de pan y comidas simbolizando los gustos que las personas fallecidas disfrutaron en la vida terrenal, la que luego al día siguiente se levanta y comparte con demás deudos y amigos.
RECUERDO, ORACIÓN Y EUCARISTÍA
“A los amigos y familiares que ya partieron los invocamos con la ayuda de la oración y la eucaristía, además del recuerdo en el corazón y siendo conscientes de que forman parte de nuestras vidas y nuestras mesas”, agregó el pastor de la Iglesia jujeña.
Sobre las expresiones culturales que caracterizan estas fechas en Jujuy, Fernández sostuvo que cobran sentido porque “si bien nuestros difuntos están en otras dimensiones y nosotros acá en la tierra, tenemos esa sensación de estar enlazados”, lo cual se pone de manifiesto en lo servido en las mesas: sus comidas y bebidas preferidas, figuras y guirnaldas que simbolizan sus gustos personales.
Poniendo en perspectiva los ya casi dos años de pandemia, el Obispo de Jujuy apuntó que “muchos de los familiares no llegaron ni a despedirse (de las personas fallecidas por coronavirus) por las restricciones que la emergencia sanitaria imponía y en algún caso tampoco acompañarlos a su último destino, y todo eso le dio un condimento especial este año” a estas fechas, consideró.
Ahora, flexibilizadas las restricciones, desde las primeras horas de la mañana miles de feligreses concurrieron a las necrópolis municipales “Nuestra Señora del Rosario” y “El Salvador”, como también a los cementerios privados de la capital provincial, llevando coronas de flores, ramos y velas para colocar en las tumbas.
Los oficios religiosos a cargo de sacerdotes de la diócesis comenzaron a las siete de la mañana y se sucedieron hasta las 19:00, e incluso el propio monseñor Fernández ofició sendas misas en ambos cementerios administrados por el municipio.
El homenaje a las almas incluyó oraciones y lecturas bíblicas, como también una variante que vino in crescendo en los últimos años: familiares y amigos, o músicos contratados al efecto, ofreciendo una breve serenata ante el sepulcro.
EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA
En cambio, en pueblos y parajes de la Quebrada de Humahuaca y la Puna jujeña se entremezclaron la idiosincrasia y el sincretismo entre los conceptos de la Iglesia y las manifestaciones de raíz originaria, como las “chayadas” a la Pachamama, que los fieles realizaron como cada año en los sitios lindantes a la morada de la persona fallecida.
Luego de recorrer los cementerios, familias, amigos y vecinos se alistaban en los hogares para levantar las mesas de ofrendas que habían sido presentadas el lunes con piezas de pan de diversas formas y adornadas de manera similar a un altar, en el cual también se expone fotografías de los difuntos.
En esa mesa permanecieron durante los últimos dos días esas tradicionales ofrendas como también las comidas, bebidas, cigarros y las frutas preferidas que disfrutaban las personas en vida.
Las ofrendas de pan representan “todo lo que ha tenido y le gustó en vida al difunto: hay animalitos, están los parientes, los regalos, cada cosa tiene su significado; por ejemplo las escaleras son para que bajen y suban los espíritus del cielo”, explicó en su obras el escritor, historiador e investigador Sixto Vázquez Zuleta.
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También se reparte masas dulces de pan, elaboraciones gastronómicas regionales, verduras, confituras, hojas de coca, chicha y otros alimentos para compartir en esta fecha tradicional.
Para concluir con la tradición los participantes compartieron diversos platos de la región como picantes de pollo y de lengua y empanadas al horno de barro, mientras sonaba la música para “despedir el alma hasta el año próximo”, tal como manda la tradición.