El obispo de Jujuy, monseñor Daniel Fernández, presidió este domingo por la tarde una misa de acción de gracias por la beatificación del jujeño Pedro Ortiz de Zárate y el italiano Juan Antonio Solinas, los mártires del Zenta, declarados el sábado último por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
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La misa fue oficiada por el obispo Fernández en el atrio de la Catedral basílica, en el casco histórico de San Salvador de Jujuy, con un masivo marco de delegaciones representativas de comunidades parroquiales, movimientos, instituciones y fieles en general, como también participaron las principales autoridades de la provincia y la ciudad, destacándose las presencias del gobernador Gerardo Morales, el vicegobernador Carlos Haquim y el intendente capitalino Raúl Jorge, entre otros.
BEATO PEDRO, UN VIDA EJEMPLAR
Previo a destacar en su homilía las bondades del primer beato jujeño, Fernández aseveró que “nos llena de orgullo sumar a Pedro Ortiz de Zárate al libro de oro del pueblo jujeño, este pueblo que recibió el elogio del general Manuel Belgrano, esta tierra de grandes hombres y mujeres; este pueblo heroico y valiente, algunos generales, otros simples soldados combatiendo a pie en las luchas por la independencia”.
Dicho esto, el prelado puso en relieve que “don Pedro abrazó todos los estados de vida, y todo lo hizo con amor; en lo que le tocó hacer, el desarrollo de su vida fue ejemplar”, por lo que alentó a la feligresía a que “aprovechemos esta gracia y que esto nos de un nuevo impulso para emprender la tarea de cada día, siendo iluminados por estos testimonios, por estos beatos que hemos celebrado”, subrayó.
La Eucaristía fue concelebrada por monseñor Luis Antonio Scozzina OFM, obispo de Orán; monseñor Mario Cargnello, arzobispo de Salta; monseñor Darío Rubén Quintana OAR, obispo prelado de Cafayate; monseñor José María Arancibia, arzobispo emérito de Mendoza; monseñor Félix Paredes Cruz CRL, obispo prelado de Humahuaca; monseñor Pedro María Olmedo CMF, obispo emérito de Humahuaca, y por el obispo de Gualeguaychú, monseñor Héctor Luis Zordán MSsCc.
UN HOMBRE DEL PASADO, UN EJEMPLO PARA EL PRESENTE
Pedro Ortiz de Zárate nació en San Salvador de Jujuy en 1622 y provenía de una familia de conquistadores, poseedora de varias encomiendas en la región. Llevó una vida de profunda religiosidad. Estudió en el seminario de Córdoba, fue ordenado sacerdote en 1675 y como religioso se dedicó a la evangelización de los indígenas del Chaco, junto con los misioneros jesuitas que desempeñaron sus labores en este lugar durante 24 años, reseña un despacho de la agencia AICA.
En la mirada del monseñor Fernández, el beato Pedro Ortiz de Zárate “es una figura que todavía los jujeños tenemos que redescubrir en su grandeza y significado, por todo el bien que ha hecho, incluso -resaltó- como hombre público antes de ser sacerdote y misionero” y en ese sentido, desde una perspectiva de actualidad, el Obispo de Jujuy evocó “su gran preocupación por la ciudad de San Salvador, por sus habitantes, para que a sus habitantes no les falte nada, por el cuidado de los aborígenes, por poner paz y poner lo suyo, de su bolsillo todo lo que tenía, para el crecimiento del pueblo”.
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Acompañaron la celebración religiosa el ministro de Gobierno y Justicia, Normando Álvarez García; la ministra de Planificación Estratégica y Modernización, Isolda Calsina; el senador nacional Mario Fiad; el presidente del Concejo Deliberante de San Salvador de Jujuy, Lisandro Aguiar; legisladores provinciales y feligresía en general.