¿Cómo se hacen las naciones? Alguien sostuvo que se trata de “comunidades imaginadas”, concepto que remite a la idea de que, aun los miembros de la nación más pequeña, no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, pero en la mente de cada uno, vivirá una imagen de “comunión”. La Argentina, como el resto de las naciones del plantea, posee hechos y procesos históricos que le otorgaron sentido a esa noción, y el 9 de julio de 1816 es uno de ellos.
La historia no se trata solo de fechas y personajes individuales, aunque algunos asuman un papel dirigente en determinados momentos. Por eso, para que un Congreso declarara la independencia en Tucumán, previamente sucedió la Revolución de Mayo, desatando una crisis del orden colonial, que se prolongaría, por lo menos, hasta 1824, con el final de las guerras de independencia.
Por ese entonces, parecía que Buenos Aires, antigua capital virreinal, poseía preeminencia sobre el resto de los pueblos que componían el Río de la Plata. Todos los gobiernos revolucionarios la convirtieron en sede principal: la Junta de Mayo, la Junta Grande y el Triunvirato de 1812. El resto de los pueblos reclamaban también su autonomía, la cual era resistida por la ciudad porteña. En 1811, la Banda Oriental (hoy Uruguay), se proclamó contra esta autoridad de la mano de José Gervasio Artigas, apoyado por Corrientes, Misiones y Entre Ríos, que conformaron la Liga de los Pueblos Libres.
Para contrarrestar esa oposición, el gobierno central organizó el llamado Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. A inicios de 1816, la situación de los revolucionarios era complicada. Dentro de las provincias no había obediencia al director (como se conocía al mandatario de la nueva organización política en formación), y varios gobiernos provinciales anunciaban que solo obedecerían ante la convocatoria de un Congreso. Por otro lado, Fernando VII, Rey de España, había recuperado su trono en marzo de 1814, y no negociaría con los revolucionarios.
Este breve panorama nos evidencia que, lejos de un proceso fácil y sin obstáculos, que iría de mayo de 1810 a julio de 1816, era por el contrario muy inestable y sujeto a las disputas políticas por la organización del nuevo territorio.
¿CÓMO PARTICIPÓ JUJUY EN LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA?
Mientras tanto, en Jujuy el Cabildo se había conformado como el defensor de la independencia y su jurisdicción. En Salta, su Cabildo, reunido en 1815, designó a Martín Miguel de Güemes como gobernador, siendo reconocido por Tarija y Orán, no así por Jujuy, que entendía que, frente a la acefalía de poder central, los pueblos debían retomar sus soberanías.
Aunque el conflicto se solucionó en los meses posteriores, fue el origen de una serie de discrepancias entre Güemes y el Cabildo de Jujuy, lo cual facilitaría la invasión realista al dividir a los revolucionarios.
Aun así, en noviembre de 1815, luego de producido el segundo éxodo (hubo tres: en 1812, 1814 y 1816), desde el exilio en Tucumán se designó como representante por Jujuy a Teodoro Sánchez de Bustamante, quien recibió expresas instrucciones de promover la independencia de España, propender a la formación de un gobierno general bajo la unidad territorial y propiciar la igualdad de derechos, libertad, soberanía e independencia de cada provincia.
Como podemos ver, el 9 de julio lejos estuvo de solucionar la formación de un nuevo país. A ese congreso asistieron diputados de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán, como también del Alto Perú, en ese momento en manos realistas. La Liga de los Pueblos Libres no fue de la partida, por su resistencia al poder de Buenos Aires.
Sin embargo, a pesar de las disputas que se vislumbraban entre los diferentes proyectos políticos, pensar un 9 de julio más complejo también debe ser hoy de utilidad para analizar que la construcción de un país implicó negociones, y también disputas entre quienes, como Belgrano y San Martín, pensaban que la libertad se alcanzaría no solo con la formalidad política, sino también construyendo una sociedad en donde fuéramos libres por completo, de España, pero también de quienes localmente pretendían una sociedad de privilegios.
O como Artigas, quien afirmaba “los más infelices serán los más privilegiados”, pensando en que “los negros libres, los sambos de esta clase, los indios y los criollos pobres todos podrán ser agraciados en suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien, propenden a su felicidad y la de la provincia”.
(*) Docente de la UNJu/Conicet.