Comparsas de Purmamarca ya celebran la alegría del Carnaval 2020

Purmamarca, el pueblo del famoso Cerro Siete Colores, se ha convertido este sábado en un escenario de celebración popular, con el desentierro del Pujllay, el "diablito de la alegría", para dar inicio formal a las celebraciones del carnaval en la localidad.

Después del mediodía los "diablos" de la comparsa La Salamanca  descendieron de los cerros -como se ve en el video que ilustra la nota- y con el acompañamiento de la concurrencia, se llevó a cabo el ritual de chaya del mojón y desentierro del carnaval.

El investigador, escritor, periodista y docente Sixto Vázquez Zulueta explica que "la comparsa llega al mojón el primer día, abre la Boca de la Pachamama, repite las ofrendas de comida y bebida, los disfrazados se visten y, tras lanzar una bomba de estruendo, bajan del cerro bailando y cantando: comienza el Carnaval, que se prolonga durante ocho días y nueve noches".

El autor es palabra autorizada para relatar con precisión los sucesos, por cuanto desde los años '70 y su querida Humahuaca ha producido cientos de articulos, notas y colaboraciones para buen número de medios periodísticos del país y el exterior, reflejando con sensibilidad y profundo conocimiento, los hechos, sucesos y tradiciones de los pueblos de la Quebrada.

En su libro "Humahuacamanta" (1988), Vázquez Zuleta se remite al testimonio de uno de sus entrevistados, y cita: "Hay que abrir la tierra con fervor y respeto -enuncia Colqui, 48, presidente de (la comparsa) La Anata Chica-. Yo aprendí viendo todos los años cómo se enterraba y se desenterraba en Carnaval. Si uno chaya bien a la Pacha, todo el año le irá bien". 

A lo largo de toda la tarde del sábado las numerosas comparsas purmamarqueñas siguieron, cada una a su turno, realizando sus ceremonias de desentierro del Pujllay, un pequeño muñeco de tela que literalmente permaneció bajo la tierra desde el final del carnaval del año pasado.

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Después de estas ceremonias, las comparsas se dirigen a diferentes locales y salones para participar incansablemente en los bailes que se extenderán hasta el amanecer.