Sin dudas, la inteligencia artificial llegó para quedarse y ocupar un rol cada vez más importante, e insospechado, en diferentes prácticas sociales. En un particular episodio, la herramienta de IA, ChatGPT dictó una misa a más de 300 personas en la iglesia de St. Paul en la ciudad de Fürth, Alemania. El sermón fue solicitado por un teólogo de Viena con motivo del Congreso de la Iglesia Evangélica.
Jonas Simmerlein, teólogo y filósofo de 29 años de la Universidad de Viena, tuvo la innovadora idea de integrar tecnología con religión para brindar una experiencia diferente a los feligreses que asistirían a St. Paul para conmemorar el día de la Iglesia Evangélica, conocido como “Deutscher Evangelischer Kirchentag” en alemán.
Simmerlein quiso experimentar con el chatbot creado por el laboratorio de inteligencia artificial, OpenAI, para ver hasta dónde llegaban sus capacidades. Es por ello que quiso saber si ChatGPT podría ser útil en el campo de la fe para llevar a cabo misas y predicaciones.
“Concebí este servicio, pero en realidad prefiero acompañarlo, porque diría que alrededor del 98% proviene de la máquina”, contó el joven a The Associated Press. Y es que, el sermón que preparó constó de una charla con oraciones, bendiciones y canciones lideradas por cuatro avatares.
“Le dije a la inteligencia artificial: ‘Estamos en el congreso de la iglesia, eres un predicador, ¿cómo sería un servicio de la iglesia?’”, detalló el académico. La respuesta fue una misa de 40 minutos, proyectada por una gran pantalla, con el lema “Ahora es el momento”.
La creación que dio inicio a la congregación personificaba a un hombre y fue acompañado por otra generación tecnológica masculina y dos avatares mujeres. Al inicio de la charla que predicó sobre dejar atrás el pasado y enfocarse en el presente, así como la vida y la muerte, el avatar exclamó: “Queridos amigos, es un honor para mí estar aquí y predicarles como la primera inteligencia artificial en la convención de protestantes de este año en el país”.
Entre los más de 300 fieles presentes, esta inusual misa generó diferentes sensaciones. Y es que el temor por lo nuevo o desconocido, insertándose en una práctica religiosa tan antigua, tomó desprevenidos a algunos asistentes.
“No había corazón ni alma. Los avatares no mostraban emociones en absoluto, no tenían lenguaje corporal y hablaban tan rápido y monótonamente que me resultaba muy difícil concentrarme en lo que decían”, criticó una feligresa.
En otra línea, un pastor alemán que había asistido a St. Paul junto a un grupo de adolescentes confesó que esperaba “que sería algo peor”. “Me sorprendió positivamente lo bien que funcionó. Además, el lenguaje de la IA funcionó bien, aunque a veces todavía era un poco irregular”, concluyó.