El funeral de la Reina Isabel II ha sido uno de los hechos más importantes en lo que va del año, ya que marcó un punto histórico, pues es la primera vez en siglos que el mundo puede ver cómo es el funeral de una monarca, siguiendo con las tradiciones que ya cuentan con siglos de antigüedad.
En ese marco, este lunes comenzó el funeral de la soberana, quien recibió el último adiós tanto por parte de su familia como de cientos de ciudadanos que se acercaron a la Abadía de Westminster. El féretro fue escoltado por 142 marinos de la Marina Real, una tradición que se remonta al funeral de la reina Victoria en 1901.
El rey Carlos III, acompañado por miembros de la familia real y miembros de la casa real, caminó detrás del ataúd por las calles de Westminster, las cuales fueron en gran parte cerradas al tráfico, hasta la Abadía, que tiene capacidad para más de 2.000 personas.
Allí hubo un servicio dirigido por el decano de Westminster, David Hoyle, mientras que el sermón fue pronunciado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder de la Iglesia Anglicana, de la que el rey de Inglaterra es cabeza desde la ruptura con el Vaticano en el siglo XVI.
Entre los presentes estuvo la primera ministra Liz Truss, antiguos primeros ministros y otras personalidades tanto inglesas como internacionales, como los líderes mundiales, entre ellos el presidente estadounidense Joe Biden con su esposa, Jill. También estuvieron presentes miembros de la realeza extranjera.
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Tras el servicio, que finalizó a las 12 del mediodía (las 8 en la Argentina), el féretro de Isabel II recorrió en un afuste (carro para cañones) tirado por los marineros las calles de Londres hasta el arco de Wellington, en Hyde Park Corner, en un cortejo en el que se esperaba la presencia de un millón de personas.
Durante la procesión, se disparararon salvas de cañón en Hyde Park por la Artillería Montada Real de la Tropa del Rey cada minuto durante el recorrido. Asimismo, el Big Ben sonó cada minuto.
Uno de los momentos más emblemáticos llegó cuando se realizó la separación de la Reina de su corona y su cetro real. Estos habían sido colocados sobre el féretro durante el recorrido. Tras toda la ceremonia, las joyas de la corona serán devueltos a la Torre de Londres.
Al finalizar la ceremonia en la Abadía, el ataúd saldrá en coche hasta el castillo de Windsor, a unos 30 kilómetros. En este lugar, la reina será sepultada en la capilla de San Jorge junto a su esposo, el duque de Edimburgo. Uno de los detalles que no pasó desapercibido fue la presencia de los perros corgis de la reina.
El último adiós a la reina Isabel II fue transmitido para cientos de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, la última ceremonia se realizará solamente con la presencia de familiares cercanos.