Debido al “intenso frío” que azota a Europa, el Papa Francisco, problablemente recomendado por sus médicos, tomó la decisión de no acudir este Viernes Santo al Coliseo de Roma a fin de presenciar el tradicional Via Crucis.
Desde el Vaticano confirmaron la ausencia del Sumo Pontífice y señalaron que siguió el ritual de cada Semana Santa desde su residencia.
“Debido al intenso frío de estos días, el Papa Francisco seguirá el Vía Crucis esta tarde desde la Casa Santa Marta, uniéndose a las oraciones de quienes se reunirán con la Diócesis de Roma en el Coliseo”, decía el comunicado emitido por la Santa Sede.
No obstante, Su Santidad estará presente en la celebración previa de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro. En ese marco, se descubrirá la cruz antes de que sea llevada al Coliseo para la procesión.
Cabe recordar que el Papa Francisco, de 86 años, fue dado de alta de un hospital de Roma el sábado pasado tras recibir tratamiento para una bronquitis. En aquella oportunidad, desde el Vaticano señalaron que cumpliría el programa completo de Semana Santa, incluida la procesión del Vía Crucis y la misa del Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro.
En ese orden, este Jueves Santo, el Papa acudió a una cárcel de menores en la periferia de Roma, donde participó en una misa y además se levantó de su silla de ruedas para lavar los pies de doce presos como recuerdo de la Última Cena.
Cuáles son las intenciones del Vía Crucis este año
En esta oportunidad, las oraciones se centran en las guerras en el mundo y en un pedido de paz. Refugiados de varios países en guerra deben llevar la cruz de una estación a otra: de Ucrania a Nigeria, de Irak a Sudán del Sur, de Siria a la República Democrática del Congo.
Son las víctimas de esa “tercera guerra mundial fragmentaria” de la que suele hablar el Papa en cada ocasión.
En la organización del Vía Crucis participaron las organizaciones que más apoyan y ayudan a los refugiados en Italia, mientras que para Ucrania podría hacer un aporte la iglesia greco-católica de Santa Sofía, que desde hace un año coordina la ayuda italiana a Kiev a través del cardenal limosnero Konrad Krajewski.