Vivian Maier fue una niñera de Nueva York que habitó las calles de esa ciudad desde el año 1926 hasta su muerte reciente en el 2009. Aficionada a la fotografía, sus imágenes hoy dan vuelta el mundo.
Sin embargo, su salto al estrellato fue “pura casualidad”. Durante su jornada laboral, en el paseo con los niños y niñas que cuidaba, Vivian iba observando todo a su alrededor. Las calles de Estados Unidos fueron su escenario predilecto. Con una cámara analógica colgada a su cuello, la mujer retrataba a quienes se cruzaban en su camino.
Su relación con la fotografía rompe el vinculo que tenemos hoy con las imágenes: no todo es publicable.
Luego de revelar en el laboratorio sus disparos, Vivian guardaba sus fotos en una caja dentro de un mueble. Nunca las mostró, ni presentó. Simplemente las apilaba una arriba de la otra y así fueron guardando polvo durante años. No era fácil para una joven trabajadora como ella conseguir el dinero necesario para transformarse en una artista reconocida.
Luego de su muerte, un joven estudiante encuentra en una venta de remate en Chicago un lote de viejos negativos fotográficos. Al revisarlos queda asombrado por la calidad del archivo y la enorme cantidad de tomas callejeras. “De cierta manera Vivian Maier dejó la puerta abierta”, explica Anne Morin, directora de DiChroma Photography.
“Hubiera podido destruir las imágenes, pero decidió abandonarlas a su suerte”, agrega.
“Creo que una particularidad de su obra es documentar la cara obscura de los Estados Unidos de los 50′ y 60′. Un poco el reverso del american dream al cual ella nunca tuvo acceso ni perteneció”, dice la especialista.
“Maier fotografiaba gente como ella. Los retratos de personas en la calle casi podrían ser la formulación de un autorretrato. Fotografía gente que no posa, no sonríe, simplemente son ellos, de pie frente a la vida. Hay una nobleza en la forma en que se presentan, su manera de vestir, su posición, su postura”, afima.
La fotógrafa que jamás mostró sus fotos pertenecía a “los invisibles” de la gran ciudad de Nueva York. Su trabajo como niñera le permitía tener un “ojo” y una “imaginación” que no se encuentra facilmente en otros fotógrafos de la época.
“Ella tenía un gran sentido del encuadre, además de sentido del humor, de la tragedia, de la vida y del ambiente. Es decir, lo tenía todo... Si se hubiera dado a conocer, se hubiera convertido en una gran fotógrafa” dice su colega Mary Ellen Mark en el documental “Finding Vivian Maier”.
Joel Meyerowitz, fotógrafo neoyorquino, entrevistado también para la película dice de Vivian Maier: “Creo que sus fotos muestran ternura... La veo como una persona atenta y cariñosamente observadora... Mientras tomaba fotos se daba cuenta qué tan cerca puedes estar del espacio de alguien para hacerle una foto. Eso me dice mucho de ella: podía ir a un lugar con completos extraños, y hacer que la aceptaran siendo ellos mismos, generando ese tipo de momentos donde dos presencias están vibrando juntas de algún modo”.
Además de sus imágenes, se encontraron unas 300 películas de 8 o 16 milímetros.
“A partir del 63 o el 64 comienza, no solamente a filmar sino también a fotografiar en color, simultáneamente. Ambos registros están relacionados y se responden, lo vemos en la exposición, hay correspondencias entre películas super 8 e imágenes fotográficas. A veces podía pasearse con las tres cámaras, dos de ellas están en la exposición: su Rolleiflex para el blanco y negro y la Leica 35 para el color. No tenemos la cámara que pudo utilizar para las películas, probablemente sería una Bolex, porque se encontró una en los archivos de Chicago, incluso con la etiqueta, que probablemente no utilizó nunca”, explica Anne Morin.
Los autoretratos de Vivian Maier
Consultada sobre las múltiples imágenes donde Vivian deja entrever su rostro, Morin explica: “El autorretrato psicológico no le interesa, lo que le interesa es aportar la prueba de que está aquí en ese instante, en ese lugar.”
“La vida de Vivian Maier es una vida simple de alguien anónimo e invisible, que no tiene identidad, y que pasa en silencio entre sus contemporáneos. Creo que cada foto o cada auto representación, es una tentativa de decir: aquí estoy, en esta sociedad vivo y existo, aunque ustedes no me reconozcan. Y es la razón por la que privilegia la representación de sí misma desde un punto de vista minimalista, a traves de la proyección de su sombra. Simplemente decir: aquí estoy, mi sombra está, o quizás, sólo soy una sombra en esta sociedad”, agrega.