La economía argentina está fuertemente atravesada por lo que suceda en el contexto político de un país más inestable a medida que pasan los meses con una inflación que crece mes a mes, un dólar inestable y la incertidumbre sobre lo que va a pasar después de octubre de este año.
En ese sentido, cabe remarcar que con vistas a las elecciones 2023, el escenario económico tiene una fuerte influencia sobre lo que deciden los ciudadanos en las urnas. Federico González, consultor político, señaló a Vía País que todo se debe a “la merma del poder adquisitivo del salario, que es el efecto concreto de la inflación, el empleo precario y la falta de trabajo genuino”.
Además, explicó que hay un “efecto de habituación desde hace años” lo que hace que para los ciudadanos que lo viven pase ser una situación que tienen siempre, que es un problema. “Otro tema que también interesa y aparece muy claro es el de la pobreza, que preocupa de dos manera: al que la tiene y el fantasma del que no la tiene, pero siente que se le viene encima”, agregó.
De hecho, un informe de la Fundación Libertad y Progreso señaló que para junio se espera una inflación “en torno al 7,3%, lo que sería el nivel mensual más bajo desde febrero de este año. Aunque no hay que olvidar que estacionalmente la suba de precios de junio es menor que los meses previos”.
“La dinámica de junio muestra que los precios subieron a un ritmo similar al de la primera mitad de abril. Si bien esto es una desaceleración respecto a mayo, el nivel de inflación mensual de Argentina es el que tienen la mayoría de los países en un año”, expresó Eugenio Mari, jefe de la fundación.
Justamente, a fines de abril se dio la fuerte corrida cambiaria que llevó a que pegue un salto la inflación y la divisa extranjera roce los $500. En ese sentido, Julio Calcagnino, de TSA Bursátil, señaló que “el tipo de cambio se mueve, principalmente, por expectativas. No sólo políticas sino económicas”.
“Si las tensiones políticas derivan, por ejemplo, en que tengan más probabilidades de ganar las elecciones alternativas asociadas a la laxitud en las políticas monetarias o fiscales, o a alternativas extremas, como eliminar la moneda local, es lógico que aumente la demanda de dólares como potencial reserva de valor”, señaló a Vía País.
“Con respecto a si el dólar está caro o no, si lo analizamos desde una perspectiva meramente histórica, desde 2020 hasta la actualidad, el ITCRM (Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral) medido a través del CCL se movió entre el nivel de salida de convertibilidad como techo (aunque en situaciones de pánico lo superó) y el promedio del año 2002 como piso. Actualmente, se encuentra entre ambos valores, por lo que no podemos afirmar que el mercado cambiario está en una situación de pánico ante los movimientos políticos”, agregó.
En medio de esta situación de tensiones cambiarias que aflojan y crecen, también el país vive una situación tensa por el cumplimiento del acuerdo con el FMI. Sin embargo, en las primeras horas tras conocer que la Argentina pidió la postergación de los pagos del Fondo Monetario el mercado reaccionó con calma ni ningún movimiento que genere tensión.
De cara a lo que puede pasar en el próximo gobierno, “es poco probable que el FMI vaya a otorgar mayor financiamiento en el futuro que el que ya concedió, por lo que el organismo será un acreedor más del país. El desafío del próximo gobierno será plantear un plan macro consistente, que apunte a reinsertar al país en los mercados internacionales de deuda”.
“Es difícil pensar que la Argentina pueda hacer frente a los pagos de deuda pública en moneda extranjera sólo con recursos propios, es decir dólares obtenidos de la balanza comercial. Por poner un ejemplo, en 2024 se deberán afrontar pagos de capital e intereses (sin contar pagos por Letras Intransferibles en manos del BCRA) por USD 12.307 M, frente a una balanza comercial cambiaria promedio desde 2003 a 2022 de USD 12.708 M. A priori parece factible, pero esta balanza comercial no sólo debe aportar las divisas para que el gobierno pague sus compromisos en moneda extranjera, sino también parte de las deudas de las empresas y provincias, para la formación de activos externos (“dólar ahorro”) y recomposición de reservas, entre otras necesidades”, agregó Calcagnino.
Qué se puede tener en cuenta para no perder contra la inflación en un año de incertidumbre
En ese contexto de incertidumbre económica, una de las grandes preguntas es cómo mantener estable el bolsillo y poder combatir la inflación como la pérdida de poder adquisitivo. La posibilidad de la compra de dólares no siempre es la más fácil y también la necesidad de tener dinero en el corto lapso para poder hacerle frente a la crisis económica.
De hecho, una de las grandes novedades que vienen surgiendo en los últimos años es la posibilidad de invertir para tener rendimientos mensuales o anuales y así recuperar algo del dinero que se va perdiendo a medida que pasan los meses y la inflación crece.
“Un inversor debería buscar alternativas vinculadas a la variación del tipo de cambio o la inflación, que tengan rendimientos “reales”, preferentemente en terreno positivo. Si bien puede invertir en instrumentos a tasa fija, estos podrían o no ganarle a la escalada de precios o a la suba del dólar, en función de cómo vayan evolucionando estos datos en el futuro”, explicó Calcagnino.
“Para evitar perder contra la inflación como objetivo central (que es distinto a evitar perder contra el dólar u otro indicador de referencia), en primer lugar, es clave la diversificación y el plazo de las inversiones”, agregó.
En tanto, señaló que si se toma como ejemplo a alguien que “decidió comprar sólo ‘Dólar Bolsa’ a finales de mayo de 2021, para evitar la pérdida de poder adquisitivo. Hacia finales de mayo de 2023, dos años después, la inflación acumulada fue del +243,9%, mientras que la suba del tipo de cambio fue de un +196,5%. Ahora, si la compra de dólares hubiese sido en mayo de 2022, ese inversor le habría ganado a la inflación (128,8% el avance del MEP versus 114,2% de la inflación). A distintos plazos el resultado fue diferente”.
“Por otro lado, hay que tener en cuenta la aversión al riesgo y las preferencias de cada inversor. Los títulos públicos atados al coeficiente CER, por lo general pagan un rendimiento por encima o por debajo de este indicador, el cual está vinculado a la variación del IPC. Por ejemplo, el bono T2X4, con rendimiento +11,93% más CER al 14 de junio y fecha de vencimiento 25/03/2024, es una alternativa que permite al avance del CER. Sin embargo, al ser un título público, su valuación puede ser volátil en el actual contexto político y puede no ser tolerable para algunos inversores. Otro ejemplo interesante es la inversión en acciones: el Índice Merval le ganó a la inflación tanto en el último año, como si se miden los últimos dos. Sin embargo, a diferencia de los bonos CER, que tienen implícita una promesa de pago, las acciones dependen exclusivamente de la variación de sus precios”, completó.