La preocupación por la sequía empieza a ser cada vez más extrema, no solo porque no llueve en la zona céntrica del país, conocida como Pampa Húmeda, sino que también producto de lo que puede pasar con abundantes precipitaciones que puedan caer de forma repentina sobre esos suelos.
En ese sentido, hace algunas semanas, en diálogo con Vía País, uno de los integrantes de la Mesa de Enlace, Jorge Chemes, señaló que el problema se trasladaba tanto para este momento del año, como para más adelante.
En ese sentido, Chemes señaló que “el daño no sé si puede llegar a tener una pérdida del 60%, pero sí, creemos que si el trigo hemos tenido el 50% de pérdida en la cosecha y hoy se habla que los maíces de primera entre el 70 y el 80% están perdidos, creo que estamos hablando de cifras, sumamente importantes y que, sin ninguna duda, van a impactar fuertemente en lo que los sistemas productivos”.
Y agregó: “Cuando llueva no va a llover pasto ni tampoco van a llover cultivos. Si bien el régimen de lluvia se va a ir normalizando, también va a llevar tiempo hasta que se encamina nuevamente todo lo que es el aparato productivo, el proceso en el cual uno pueda empezar a preparar tierras para cultivos, donde empecemos a ver los primeros rebrotes de campo que se puedan sembrar las primeras praderas y todo este resultado se va a ver creo recién en el segundo semestre o sobre el final de este año”.
Expertos señalaron que la transición hacia la normalidad “será lenta” y requerirá de lluvias moderadas y con cierta frecuencia, ya que de tener precipitaciones abundantes en cortos periodos podría erosionar los suelos, lo que traería nuevos inconvenientes para los productores.
“Se espera que para inicios del otoño comience una fase neutral, es decir, que ya la anomalía del océano Pacífico ecuatorial esté dentro de los valores normales, pero habrá una demora hasta que la atmósfera cambie su comportamiento”, explicó Cindy Fernández, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
“Salir de una sequía es un proceso lento que requiere de varios eventos de precipitación normales y que transiten en el tiempo”, indica la meteoróloga. Fernández advierte que “tras una sequía tan prolongada, las lluvias intensas no serían lo mejor ya que la capacidad del suelo de absorción es menor. Si precipita mucha cantidad de agua en poco tiempo, se transforma en escorrentía que erosiona el suelo, quita sus nutrientes y arrasa cultivos”.
Qué puede pasar durante el otoño en el Litoral como en el Norte de Buenos Aires
Una de las zonas más afectadas por la falta de precipitaciones es la provincia de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, donde se concentra gran parte de la actividad agrícola que tiene que ver con los granos, uno de los productos que mayor exportación tiene en la Argentina.
En ese sentido, esta zona que está muy afectada por la sequía durante el otoño suele ser una estación lluviosa momento que además coincidiría con el fin de La Niña. Si esto se cumple (y si no se da de manera intensa) sería beneficioso y muy esperado ya que el último informe de la Dirección Nacional de Riesgo y Emergencia Agropecuaria de enero indica que en diciembre de 2022 se observó un incremento de 10 millones de hectáreas en riesgo de sequía en el país respecto de noviembre, por lo que se totalizaron 175 millones de hectáreas en esa situación.
La previsión climática del SMN para febrero y marzo pronostica precipitaciones dentro del rango normal o inferior al promedio en el Litoral, en el norte, centro como así también en el sur de la Patagonia, mientras que dentro del promedio para la época en la región de Cuyo, este de Patagonia en las provincias de La Pampa y Buenos Aires. Por otro lado, para el oeste de la Patagonia se espera que llueva lo normal o más y que se supere la media en el noroeste del país.
El cambio climático, otra de las preocupaciones que se repiten con los años
Más allá de los pronósticos y de las sucesiones de períodos secos y húmedos que se dan normalmente, investigadores advierten modificaciones en las condiciones climáticas que se han empezado a dar en las últimas décadas.
“Lo que está cambiando es la forma en cómo llueve. A lo mejor en un mes llueve la misma cantidad que otros años en los que no hubo problemas en el mismo período, pero a partir de una precipitación intensa por tres días consecutivos y el resto del mes no pasa nada. Desde el punto de vista agrícola esto es perjudicial”, afirma la investigadora del Conicet y del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Exactas y Ciencias Naturales (FCEN) de la Universidad de Buenos Aires, Olga Penalba.
En base a estudios, la investigadora señala al cambio climático como responsable de un aumento de la variabilidad y de eventos extremos como lluvias intensas y de secuencias secas de más de 15 días sin lluvias (o precipitación inferior a un milímetro) en algunas regiones del país.
“Después de una quincena o más días sin llover, el suelo queda desquebrajado y prácticamente no puede absorber las lluvias intensas. Entonces el agua se pierde o el suelo se degrada”, agrega la especialista, que también se desempeña como directora de la Maestría en Meteorología Agrícola de FCEN y de Agronomía.
Con información de Télam-Confiar.