El anuncio de la pobreza tuvo un fuerte impacto en el Gobierno, no solo por el aumento en el número respecto a 2021, sino también porque se trató de un aumento en el índice en medio de un crecimiento económico, algo que no pasaba en el país desde hace casi 20 años.
El dato surge de un informe de Ecolatina, donde señalan que en el actual siglo, la Argentina siembre tuvo una caída en la pobreza, mientras la economía creció. Lo que ocurrió en 2022 fue que el país tuvo una mejora en la actividad económica, pero en vez que haya un crecimiento en los ingresos de la gente, esta correlación no se puedo trasladar a los bolsillos.
También cabe remarcar que esto no sucedió cuando hubo recesión económica, ya que la pobreza igualmente cayó. Principalmente se debió a que se implementaron políticas de ingresos robustas, como la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en 2009, que generó que el gasto en asignaciones familiares trepe como porcentaje del PIB (para ejemplificar, representaba un 0,5% del PIB en promedio entre 2005 y 2008 y alcanzó cerca de 0,85% entre 2009 y 2012).
En 2022, el PBI per-cápita creció 4,3% en el año, en conjunto a una reducción de la pobreza de 1,1 p.p. respecto a 2021 (de 39% en 2021 a 37,9% en 2022). El detalle está en lo que sucedió en el segundo semestre, justamente cuando se vieron los primeros impactos del crecimiento de la inflación (en julio alcanzó el 7%).
“Por primera vez en los últimos 20 años, se observó un incremento en la pobreza a pesar de que haya aumentado el PIB per-cápita. En otras palabras, el aumento del nivel de actividad económica (y con ello del nivel de empleo) dejó de ser condición suficiente para que la tasa de pobreza se reduzca”, remarca el informe de la consultora.
“Concretamente, en el segundo semestre el PIB per cápita creció 2,9% i.a., mientras que la pobreza aumentó 1,9 p.p. frente al segundo semestre de 2021 (del 37,3% al 39,2%). A su vez, en la misma comparación (promedio del semestre) la tasa de ocupación aumentó 1,2 p.p. (43,2% a 44,4%, representando niveles récord para la serie), mientras que el desempleo se redujo del 7% al 6,7% (6,3% en el último trimestre)”, agrega.
Además, se puede observar como el crecimiento del nivel de ocupación en el segundo semestre fue explicado por informales y cuentapropistas. De los 1,2 p.p. que creció la ocupación respecto al segundo semestre de 2021, 1,4 p.p. correspondió a un incremento de los asalariados informales y 0,2 p.p. al cuentapropismo, mientras que los asalariados formales registraron una caída de 0,3 p.p.
El crecimiento de la inflación y la caída de los salarios
A los problemas en el mercado laboral, se sumó una aceleración de la inflación, la cual pasó de una suba promedio mensual del 5,3% en el primer semestre al 6,2% en el segundo. Esto hace que la pérdida en el poder del salario y la suba de precios, aumentaron los índices de pobreza.
Con todo, en 2022, el salario real (formal e informal) acumuló cinco años consecutivos de caída. Ahora bien, en el promedio del año pasado los salarios formales lograron ganarle (por poco) a la inflación, respaldados por el acortamiento de las negociaciones paritarias, que permitió que los acuerdos sean menos permeables a la erosión ocasionada por las “sorpresas” inflacionarias. No obstante, los salarios reales informales cayeron 7,6%. Desde el último pico en 2017, el salario informal arrastra una pérdida en términos reales del 35%, mientras que el salario real formal cae 18%.
Para peor, hay que tener en cuenta que la suba de precios de las canastas básica y alimentaria superaron al IPC en el segundo semestre. Con relación a 2022, en la segunda parte del año la canasta básica alimentaria (CBA) -que define la línea de indigencia- y la canasta básica total (CBT) -que establece la línea de pobreza- promediaron incrementos del crecieron 92% y 86% i.a., respectivamente, por encima de la inflación del periodo (+85%).
Las expectativas para 2023 son muy complejas para el primer trimestre
La tasa de pobreza cuenta con un exponencial crecimiento hace 7 años, donde pasó del 30,3% en el segundo semestre de 2016 al 39,2% actual. En ese marco, para este 2023 la situación no planea modificar mucho: los tres principales frentes que determinan la tasa de pobreza (empleo, inflación, ingresos) empeorarían respecto a lo observado en el segundo semestre anterior.
Los niveles de ocupación caerán, en parte, como producto de la sequía que generará menos ingresos en algunos puestos fundamentales de la economía. Además, se sumarán más personas a la búsqueda de un “trabajo adicional”, por lo que se puede pensar en una recesión general.
En tanto, el salario continuará comprometido por la aceleración inflacionaria: para el primer trimestre estimamos que el IPC promediará 6,5% mensual, frente al 5,4% del 4T 2022. Para peor, las canastas básicas acumularon aumentos del 19,8% (CBA) y 16,1% (CBT) en el primer bimestre -superando al IPC (13,1%)- afectadas por las marcadas subas en alimentos.
“Pensando en 2024, la estabilidad macroeconómica (así como la generación de empleo de calidad, entre otras) será una de las principales condiciones de partida para evitar que la pobreza siga consolidándose para evitar que se extienda aún más las pésimas condiciones que hay en algunos sectores del país”, marca Ecolatina.
Y concluyó: “A diferencia de finales de 2015, la necesidad de corregir el atraso cambiario y acelerar la consolidación fiscal -mayor incremento de tarifas mediante-, entre otras medidas, se enfrentará a una mayor inflación (+100% vs 30%), un rezagado poder adquisitivo (-20%) y un tejido social (pobreza +40% vs 30%) con un marcado deterioro con relación a ocho años atrás”.