Cada 1 y 2 de noviembre se celebra el Día de los Muertos, una oportunidad para recordar algunas historias de difuntos que despiertan curiosidad en Córdoba. En este caso, el misterio encierra un mito de devoción y fe que involucra la tumba de un bebé que nació muerto que descansa en el cementerio Juárez Celman.
A la necrópolis se acercan cientos de devotos de diferentes partes del país, para ofrendar o conocer el sitio que envuelve un enigma. Se dice que el pequeño hace milagros a cambio de un juguetes. Por eso, su tumba esta llena de camiones, muñecos y otros objetos infantiles.
LA HISTORIA DETRÁS DEL “NIÑO DE LOS JUGUETES”
Quienes creen en este mito aseguran que, en la madrugada, el niño se despierta y juega con sus juguetes, desparramándolos por todas las tumbas del cementerio, hasta que se cansa y vuelve a dormir. “A veces, si le gustan las ofrendas y la persona que las hizo, intercede para que se obre el milagro que le pidieron”, señalan los creyentes.
El cementerio de Estación Juárez Celman está casi en medio de la nada. Lo rodean descampados y campos con siembra; aunque, llegando a la ruta, hay un caserío que le da la bienvenida a los visitantes. Si bien la distancia es considerable, algunos rumores señalan que, a la medianoche, se escucha el llanto del niño.
Hay quienes sostienen que es la queja del niño cuando descubre que le han robado un juguetes. Por eso, los lugareños advierten a los visitantes que no es buena idea llevarse una de esas ofrendas.
LA PALABRA DE QUIEN ERA EL CUIDADOR DEL CEMENTERIO
Luciano Giménez fue uno de los cuidadores del cementerio. Consultado por los medios sobre estas versiones, sostenía que su rutina diaria involucraba el acomodar los juguetes desparramados por las tumbas cercanas a las del niño. Aunque, aclaraba: “Soy realista, no he escuchado ni visto nada”.
“A veces le pregunto a la gente que trae juguetes por qué lo hace. Una mujer me contó que su hijo nació con la piel llena de escamas y que los médicos no lo podían curar. No tenía esperanzas. Entonces se le ocurrió venir a pedirle al niño un milagro. La veía seguido por esos días, le trajo juguetes varias veces. Un tiempo después me contó que su hijo había sanado”, relataba el cuidador.
Y agregaba: “Antes, los juguetes vivían desparramados por todo el cementerio. Por eso la gente decía que el niño jugaba, pero en un día como hoy, con este viento, todo es posible. No sé, también dicen que de noche se escucha el llanto del niño y que juega con los juguetes, pero yo no sé. No me quedo de noche”.
En cuanto al pequeño que descansa en la tumba, hay muy poca información. Sólo se sabe que pertenecía a una familia oriunda de barrio Guiñazú, pero, el paso del tiempo y las inclemencias climáticas, impiden dilucidar los datos expuestos en la decolorada placa de fallecimiento.