Luego de la muerte de Diego Armando Maradona fueron muchos los “amigos” que pasaron a recordarlo. Pero hay una amistad que va más allá de la figura de Diego, una amistad verdadera y profunda, se trata de la que entablaron el astro futbolístico y el ídolo de Talleres, Daniel Valencia. Ambos compartieron momentos en la Selección Argentina y desde allí forjaron un lazo que nunca se cortó que incluso llevó a “Pelusa” a ser el padrino de una de las hijas del jujeño.
Justamente una de las palabras más esperadas este miércoles luego de la trágica noticia del fallecimiento del “10” era la de “La Rana”. Pero esas palabras no llegaron hasta este jueves por la mañana.
Valencia escribió una carta y decidió publicarla en sus redes sociales. Imposible no emocionarse con el relato del hombre campeón del mundo en 1976 que brilló en Talleres.
“La Rana” recordó un abrazo muy especial que se dio con Maradona la última vez que lo visitó en Cuba. “Aquí nadie me devuelve a mi amigo y el abrazo de gol podrá darse entre este y el otro y si tenemos suerte podremos repetir algún gol maradoniano, pero acá, donde quedamos los mortales ya no podré volver a abrazarlo y eso es lo que me tortura. ¡Ya no puedo devolverle la pared, compadre! ¿Cómo hago ahora?”, escribe en el emotivo relato.
Acá la carta completa:
Compadre:
Le escribo desde acá con la esperanza que, desde el lugar donde esté, me pueda leer. Ayer apenas me enteré de lo que nunca quise creer lo primero que hice fue buscar la vieja filmadora que llevé la última vez que fui a verlo a Cuba. ¿Se acuerda?. Nadie jamás sabrá lo que pasamos juntos aquellos días, lo doloroso de la soledad que envolvía al lugar ni la desesperación de querer salir pero no encontrar escapatoria.
Sin embargo, eso no es lo que busqué al ver el video. Yo lo recordaba pero no lo había repetido nunca. Tal vez porque siempre pensé que los mejores recuerdos los guardamos en la retina y quise quedarme con esa imagen, no obstante un alma rota no entiende de conceptos y tuve que volver a verlo, porque lo necesitaba, porque quería recordar ese momento, porque intentaba curarme el corazón.
Usted me filmaba mientras yo cantaba (Sandro para variar) y yo lo filmaba a usted. Lo hicimos en todas las concentraciones y aún en épocas que no existian las filmadoras los karaokes no faltaban. Pero hay un fragmento de 15 segundos que no puedo olvidar. Usted cantaba “Sentencia” y cuando decía “Seré el compañero que no desmaya cuando venga el tiempo de los reveses nos levantaremos una y mil veces ganaremos una y otra batalla”, me miró, yo lo miré, solté la cámara para darnos un abrazo muchísimo más fuerte que el famoso “Abrazo de gol”.
Porque lo nuestro fue más allá de una cancha de fútbol. Porque sí, es cierto, nos divertimos un montón y amábamos lo que hacíamos.
Hoy el mundo lo recuerda con hazañas y gestos heróicos e inolvidables y sí todo eso es cierto, usted fue el mejor jugador del planeta pero aquí nadie me devuelve a mi amigo y el abrazo de gol podrá darse entre este y el otro y si tenemos suerte podremos repetir algún gol maradoniano, pero acá, donde quedamos los mortales ya no podré volver a abrazarlo y eso es lo que me tortura. ¡Ya no puedo devolverle la pared, compadre! ¿Cómo hago ahora? Si desde que lo recuerdo las paredes se ahcen entre Maradona y Valencia. ¿A quién se la voy a dar si no es a usted?
Quizás fue por eso que fui a ver el video, necesitaba de alguna manera volver a abrazarlo.
Desde acá seguramente todo sea un poco más difícil, como siempre fue cuando usted salía de la cancha, pero su equipo (los de siempre) seguiremos aguantando y tratando de disfrutar el partido.
Cómo lo voy a extrañar, compadre. Sé que todavía es muy pronto como para que el tiempo logre amainar el dolor, pero tengo miedo que no ocurra. Siento un vacío imposible de llenar porque de alguna manera entiendo, se fue con usted.
Perdóneme si le escribo esto y no lo lee, pero necesito descargarme de alguna manera. Son las 3.15 am y no puedo pensar en otra cosa, no pude hablar en toto el día, recién ahora estoy intentando descargarme y aún así encuentro enormes dificultares.”Si todo vuelve cuando más lo precisás, nos veremos otra vez”.
Lo quiero mucho, ¿sabe?. Le deseo con el corazón roto la paz que en este mundo no pudo tener. ¡Hasta siempre compadre!