Casi treinta años después de haber sido absuelto en un juicio que conmovió a Córdoba por el brutal asesinato de su esposa y tres hijos, Carlos Caligaris fue detenido nuevamente. Al hombre, expolicía y guardia de seguridad barrial lo imputador por el homicidio de un joven de 15 años en barrio Villa Rivera Indarte.
Carlos Marcelo Caligaris, de 61 años, fue aprehendido por el crimen de Mateo Ochoa, de 15 años, cuyo cuerpo fue encontrado con un disparo en la cabeza en la calle Las Varillas al 9.400. La fiscal de instrucción del Distrito 4 Turno 4, Liliana Copello, lo imputó como supuesto autor del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
UN EXPOLICÍA ES ACUSADO DE MATAR A UN ADOLESCENTE
Caligaris, quien se desempeñaba como guardia de seguridad privada en la zona, mantuvo silencio sin comunicarse al 911 ni denunciar nada. Si bien no descarta su participación, esta actitud es un elemento en su contra para los investigadores.
La hipótesis inicial baraja un posible intento de detener un asalto callejero o que el guardia disparó al ver personas sospechosas, aunque el arma homicida aún no fue encontrada.
ASESINÓ A SU FAMILIA HACE 29 AÑOS EN CÓRDOBA
El exefectivo de la Policía de Córdoba fue juzgado en 1996 por el asesinato de toda su familia: su esposa, Graciela Comas, y sus tres hijos, Cristian Marcelo (7), Sabrina Sofía y Ulises Maximiliano (mellizos de 5). El cuádruple crimen ocurrió el 28 de enero de 1994 en su vivienda del barrio San Martín, donde las víctimas aparecieron muertas con disparos a quemarropa en la sien y en el tórax, presumiblemente con dos armas.
En diálogo con La Voz, la abogada Marta Rizzotti, quien junto a su hermano Miguel fue querellante en aquel entonces, calificó el hecho como “un crimen salvaje, brutal, tremendo”. Recordó que un vecino vio a Caligaris en el lugar de los hechos, pese a que él había declarado haberse ido a cumplir con un trámite laboral. Rizzotti también señaló que Caligaris había sacado un seguro y lo cobró a la semana del crimen de sus hijos, lo que sugirió un posible móvil económico.
El juicio de 1996, desarrollado durante algo más de dos meses en la Cámara 5ª del Crimen del “viejo” Palacio de Tribunales I, fue un vendaval judicial y mediático. El fiscal Francisco Eugui sorprendió al pedir la absolución de Caligaris, argumentando que las pruebas acumuladas no eran “contundentes” para determinar su culpabilidad.

Esta postura generó la indignación de los abogados de la familia Comas, Miguel y Marta Rizotti, quienes lo calificaron de “mediocre” y promovieron la recusación del camarista José Pueyrredón por supuestamente felicitar a Eugui. El tribunal, en una decisión “inédita para una instancia judicial de esa naturaleza”, desaprobó la actuación de los letrados y los expulsó de la sala, impidiéndoles asistir a los alegatos finales. La medida fue respaldada por el presidente de la Asociación de Magistrados, Víctor María Vélez, quien criticó los “exabruptos” de los abogados.
El abogado defensor de Caligaris, Oscar Roger, un “veterano de las lides penales” y exprocurador de la Nación, empleó más de cuatro horas para argumentar la inocencia de su cliente y refutar todas las acusaciones. Roger rebatió informes psiquiátricos que señalaban que el “delirio místico crónico” que sufría la mujer no era agresivo, oponiendo otras conclusiones de profesionales en la materia que sostienen que esa afección “tiende a la eliminación de terceros y de los propios enfermos”. La defensa insistió en la sospecha de que fue la mujer quien provocó la tragedia y luego se suicidó, aportando datos sobre la relación matrimonial y testimonios de vecinos y familiares. Finalmente, en abril de 1996, la Cámara 5ª del Crimen de Córdoba absolvió a Caligaris por el “beneficio de la duda”.
Tras conocerse el fallo, Caligaris declaró: “Siempre sostuve que fue mi esposa la que mató a mis hijos y después se suicidó”, y afirmó que lo más lamentaba era “haber tenido que esperar tanto tiempo para que se sepa la verdad”, anunciando que pediría su reincorporación a la policía provincial.
Si bien fue jubilado de la fuerza en 2008, su reciente detención por el crimen de Mateo Ochoa reaviva las interrogantes y las controversias de un caso que, para la querella de entonces, tenía “pruebas de sobra” para condenarlo. Caligaris, veterano de Malvinas, guarda silencio ante esta nueva acusación.