Lo que antes le llevaba 45 minutos, ahora le toma casi seis horas. Esta es la situación de Jeremías Rojo, un paramédico cordobés que decidió comprarse una bicicleta para poder ir a su trabajo. Es que el paro en el transporte interurbano lo obligó a buscar alternativas.
El joven trabaja en Villa María, pero es oriundo de Oliva. Desde esa localidad recorre los 48 kilómetros que separan a ambas ciudades. "Trabajo en un servicio de emergencia, cuando había transporte eran 45 minutos, ahora me manejo a dedo o en bicicleta", contó a Cadena 3.
Pero el sacrificio no es solo de él que tiene que esforzarse contra viento, el frío o la lluvia para recorrer esa distancia sino también de los que deja en su casa. Jeremías tiene dos hijos de tres y seis años, hay días que debe dejarlos por más tiempo del que planeaba porque sale antes a la ruta para poder conseguir a alguien que lo lleve. "La gente no frena mucho", aclara.
Y agregó a esa emisora: "Tengo dos hijos y tengo que dejar gente buena en la Tierra, les tengo que dejar algo bueno. Emocionalmente me cuesta mucho, se me hace un nudo en la garganta, veo a mis hijos con los ojos llenos de lágrimas, ellos no entienden por qué el papá está poco en casa o cuando está quiere dormir".
"Amo mi trabajo, la gente con la que trabajo y a la gente que atiendo. Si uno se está agotando va a sacar fuerzas de donde no tiene. No importa lo que uno reciba sino lo que uno da", concluyó el hombre que no faltó nunca a su trabajo.