Por Gonzalo Toledo
Pepe Soriano está trabajando en una nueva obra, pero será imposible sacarle un adelanto. Lo intentamos, pero nos quedamos en eso, en el intento. Nos enteramos, al llamarlo para conversar sobre su nueva visita a Córdoba, este fin de semana.
Soriano regresa con El loro sigue contando, unipersonal que tendrá funciones este viernes y sábado, a las 21, en el Teatro Real, con entradas que van de 350 a 490 pesos.
Lo llamamos al celular.
-Estoy ordenando, trabajando en un proyecto nuevo y eso lleva tiempo.
¿Qué proyecto es?
Un proyecto en teatro.
¿Una obra nueva?
Vamos a ver qué es lo que sale. Todavía no puedo adelantar nada porque estoy recolectando material, dándole alguna forma. Vamos a ver qué resulta.
¿Dramaturgia del actor?
No, yo trabajo con una serie de autores amigos, inclusive tuve un encuentro con (Mauricio) Kartun y él a lo mejor escribía algo también. Yo le sugerí algo y él iba a ver qué es lo que podía pasar, pero son cosas a largo aliento: no son para ahora o algo parecido.
Con tanta trayectoria ¿qué nos puede decir del oficio de ser actor? Muchas veces, la gente imagina que el actor es un tipo que vive en la limusina y no es así.
¡Eso ya cada vez es menos!
Ja.
Digamos, hoy con los medios al alcance de todo el mundo, todo el mundo sabe la vida y milagro de muchos actores... 'aquel se separó'... esas son cosas que no son del oficio de actor sino de la persona, pero que le dan una dimensión mucho más humana. El milagro de la magia del actor viene desde que el cine norteamericano se impuso. Entonces, impusieron en el mundo textos literarios sobre la vida misteriosa de los actores. ¿Pero qué vida misteriosa? Generalmente es un trabajo que se hace con muchas ganas, no por obligación, pero no pasa de ahí. Eventualmente, hay algún rasgo de genialidad como pueden tener Marlon Brando o un Alfredo Alcón, que era tan hermoso. Pero a lo demás yo le llamo el oficio, el oficio de ser actor.
Eso conlleva, por ejemplo, salir a recorrer el mundo con una valijita.
Claro. Yo he estado en muchos lugares, he trabajado en muchos lados pero a mí me gusta estar acá. Yo podría comparar desde la dimensión de países como Rusia y lo que era la Unión Soviética, los Estados Unidos o la dimensión enorme que tiene Brasil y de ahí me voy a países como España, que tiene el tamaño de la provincia de Buenos Aires, Italia que es más chiquito, pero de todo eso me quedo con la Argentina.
Por supuesto. En la Argentina los actores recorren muchos kilómetros, recorren los pueblos.
Yo ahora me voy Córdoba en avión, pero si no tuviera el avión me tengo que comer 10 horas de viaje.
Que en alguna ocasión lo habrá hecho, cuando no había para el avión.
Claro. Ahora con el avión en una hora ya estoy en Córdoba.
¿Cómo se prepara antes de cada obra?
Por lo menos, yo calculo dos meses de ensayo. Es ensayo diario que puede empezar por tres horas y terminar con 12, para poder saber dónde se mueve uno, cómo se mueve, qué es lo que va a decir y decirlo de memoria. Todo eso implica trabajo.
Con esa preparación ya puede salir a escena.
Exactamente. Después, lo que ocurre ahí es el acto de amor como puede ser con una pareja: le puede ir bien como le puede ir mal. Jejeje.
¿Cómo fueron los comienzos?
¡A ver si lo puedo sintetizar! Yo estudiaba abogacía y un día se armó un teatro universitario por un decreto del General Perón, hace muchos años. Ahí me presenté y descubrí que lo que yo quería hacer era el teatro y no ser abogado.
¿Ajá?
Se salvó la gente, se salvó la Justicia ¡se salvaron todos! Yo me quedé con mi pequeña parcela de pintarme la cara, que es lo que me gusta.
¿Y largó la facultad?
Sí.
Lea la entrevista completa en la edición del viernes 7 de julio de 2017 del diario Día a Día.