“Estamos en el río y nos lleva la creciente: sólo podemos aguantar a que lleguen los bomberos”. La definición, de uno de los funcionarios que negociaron con los delegados de la UTA resume la sensación que atravesó a quienes se sentaron durante la semana cara a cara con los choferes. Pero, ¿quién es el bombero?
A medida que pasaban los días, los funcionarios se fueron pasando la manguera para apagar el conflicto. En la Municipalidad desconfiaron desde el principio del ministro de Trabajo, Omar Sereno, quien esperó hasta el lunes para convocar a los choferes que el viernes de la semana pasada habían anticipado la huelga.
Es más: en el Palacio 6 de Julio cayó como un baldazo de agua fría que Sereno llamara el lunes a una reunión para el... viernes.
Mientras el conflicto avanzaba, el vicegobernador (a cargo del Ejecutivo) y candidato a diputado nacional, Martín Llaryora, realizaba una gira por el interior provincial. El secretario de Seguridad, Diego Hak, garantizaba la custodia para quien quisiera trabajar.
En la Municipalidad se repetía una palabra para resumir lo que (sentían) realizaban los funcionarios provinciales: “acting” (actuación). El jueves la Provincia asumió la negociación: Llaryora y Carlos Massei hablaron con Mestre, Hak y el secretario de Transporte, Gabriel Bermúdez, lo hicieron con los choferes. Nunca el acuerdo estuvo más cerca, pero al final se desmadró. Ayer, la negociación la llevó la Municipalidad.