En todo el mundo, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. A nivel general, representan la octava causa mundial de fallecimiento.
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), teniendo en cuenta las tendencias actuales y si no se toman medidas urgentes, los siniestros viales se convertirán en la próxima década en una de las principales causas de muerte.
Por su parte, los especialistas en seguridad vial de Argentina sostienen que la cantidad de controles que se realizan en el país no son suficientes y que no se aplica el rigor necesario para este tipo de operativos.
En ese sentido, remarcan que legislar sobre seguridad vial mejora el comportamiento de los conductores, lo que permite reducir los accidentes y, como consecuencia, evitar las muertes derivadas de los siniestros.
Uno de los cinco factores de riesgo más importantes que afectan a la seguridad vial es la conducción bajo los efectos del alcohol. En ese sentido, desde la asociación civil Luchemos por la Vida, que se dedica a la prevención de accidentes de tránsito, advirtieron que los controles de alcoholemia para reducir las muertes sirven, pero si se llevan a cabo regularmente y de manera esporádica, cosa que no sucede en Argentina.
Desde el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), empresa que se dedica a la investigación y experimentación de la seguridad vial y automotriz, destacaron la virtud de estos operativos, pero insistieron en que deben ser constantes, sorpresivos y aleatorios.
Horacio Botta Bernaus, abogado especialista en accidentología vial, aseguró que lo más efectivo es generar en los conductores la sensación de control y no tanto el operativo en sí.
“Si los controles se llevan a cabo habitualmente y de manera progresiva, alternando los lugares y horarios, el sistema termina siendo eficaz porque la persona tiene la sensación de que en cualquier momento va a ser controlado, entonces toma recaudos. La sensación de control es más fuerte que el control mismo”, detalló.
Según los estándares internacionales, los controles de alcoholemia deben abarcar el 25 por ciento del total del parque automotor de la localidad relevada. En el caso de la ciudad de Córdoba, serían unos 250 mil autos por año, cifra que dista mucho de la que realmente se controla.
Luchemos por la Vida sostiene que los países exitosos en reducir la conducción alcoholizada (y/o con drogas) llevan a cabo enormes cantidades de controles de alcoholemia cada año. Por caso Finlandia, que realiza 279 operativos anuales por cada mil habitantes. Aunque no se conocen cifras oficiales al respecto, en Argentina los controles no llegan a siete por año cada mil habitantes.
Peligro
» Conducir bajo los efectos del alcohol aumenta la probabilidad de accidente y de que este termine en muerte o traumatismo grave.
» Promulgar y hacer cumplir leyes que establezcan el límite de concentración de alcohol en sangre (CAS) en 0,05 g/dl puede contribuir a reducir considerablemente los siniestros relacionados con el consumo de alcohol.
» Los controles de alcoholemia deben ser aleatorios, progresivos y con amplia variedad de lugares y horarios.
» Los conductores se cuidan más ante el relevo concreto. Si no son controlados, a lo largo del tiempo, se relajan y vuelven a cometer infracciones.