Por Fabricio Esperanza Especial
Si uno menciona el nombre de Juan Adrián Ratti, a generaciones enteras de cordobeses lo primero que se les viene a la cabeza es la presentación del tradicional ciclo “El Mundo del Espectáculo”, por la pantalla de Canal 12.
Después de la música que lo caracterizó, llegaban las palabras de este santafesino radicado en Córdoba de chico: daba detalles de la película que vendría inmediatamente, de sus actores, su argumento y el porqué de su elección.
Actualmente tiene en televisión el ciclo “Como dos extraños”, con la compañía de Ana María Alfaro, pero en su foja de servicios suma trabajos en la misma emisora a lo largo de los años, en radios, y al frente de áreas culturales dentro de la gestión pública, como la Dirección del Teatro Real y de la Ciudad de las Artes.
Sin embargo, y como lo hace desde que se recibió a los 22 años, todos los días atiende también su consultorio de médico psiquiatra. Es decir que en realidad, y son palabras propias, su otra pasión son los medios y el trabajo en ellos.
–¿Desde cuándo se da esta dualidad laboral, Juan?
–Desde chico, porque yo me recibí a los 22 años, y poco antes de obtener mi título tuve la oportunidad de comenzar también a desandar este camino en el mundo de los medios de comunicación. Incluso en algún momento pasé una situación de conflicto a nivel interno por esto, pero eso fue hasta que me di cuenta que son facetas que bien podían desarrollarse con posibilidades de crecimiento sin que una elimine a la otra.
–¿En qué se manifestaba ese conflicto?
–Por ejemplo, en las primeras épocas del psicoanálisis, la situación era muy ortodoxa y el analista ni siquiera le podía dar la mano al paciente, tenía que existir un clima aséptico en todo sentido… Y resulta que yo estaba en los medios. Es decir que había un contexto de exposición a través de eso. Se fue resolviendo de a poco, dejándole en claro al paciente que tengo esta otra faceta laboral.
–¿En qué año te recibiste y cuándo llegaste a los medios?
–Yo terminé la carrera en 1966, y un año antes ingresé a Canal 12, que fue la primera emisora privada del país. Fue a través de la propia UNC, con un programa que se llamó “Tele Universidad”, y hay un dato que para mí es importante: se trató del primer ciclo cultural y universitario de la TV argentina. Recién al tiempo, Canal 13 de Buenos Aires transmitió “Universidad al Aire”, con Andrés Percivale.
–De todos los programas que hiciste, ¿cuál es el que recordás con más cariño?
–Mirá, a “Tele Universidad” lo tengo guardado con mucho afecto, porque significó el debut en esto de los medios. Pero a partir de allí hice de todo: TV de manera ininterrumpida hasta el presente, y en radio empecé en 1967 con Platea Cinematográfica, en Universidad. Está claro también que lo que más pegó a nivel popular fue “El Mundo del Espectáculo”.
–¿Cuánto duró ese ciclo en la pantalla del 12?
–Fueron 20 años, desde 1978 en adelante. En ese momento estaba haciendo “Espectáculo Hora Cero”, cuando en Canal 13 comienza “El Mundo del Espectáculo” y deciden hacer en Córdoba una versión con presentador local.
–¿Y qué balance hacés de tu paso por la gestión pública?
–Vos sabés que mi primer paso en lo público tuvo que ver con Salud, porque fui durante varios años Jefe de Educación para la Salud en la Provincia, hasta que llegó la dictadura. Pero en Cultura, como director del Teatro Real comencé en 1999, y después al frente de Ciudad de las Artes. En cuanto a balance, en esa gestión se reabrió el teatro, se puso en valor, se abrieron nuevas salas y los cuerpos estables tomaron otro impulso, todo en el marco de un plan de trabajo integral.
–¿Y hoy cómo es tu rutina de la semana?
–Todos los días trabajo en mi consultorio, es mi principal actividad. Hasta diciembre del año pasado estaba los sábados haciendo radio, aunque todavía no retomé, y los miércoles tenemos que grabar con Ana María el programa “Como dos extraños”.
–Tenés ganas de dejar algo?
–No, para nada. No pienso en dejar de trabajar en ninguno de los dos ámbitos. Desde que me retiré de la gestión pública tengo un espacio de tiempo que puedo dedicarlo a cosas que me gustan, lo aprovecho para ese necesario momento de esparcimiento sin imposiciones, de manera que por ahora cierra todo como está.