A pesar de la vigencia de la ordenanza que indica que está prohibido vender cualquier tipo de pirotecnia, una de las empleadas del local vendió algunos petardos, uno de los cuales explotó minutos después en la mano del menor de edad que lo manipulaba, quien tuvo que ser trasladado al Hospital Regional.
La dueña de puesto de la Feria Persa intentó explicar la presencia de pirotecnia, indicando que la pirotecnia había aparecido luego de realizar una limpieza, y que iba a ser descartada.
Lejos de aliviar la responsabilidad, ese argumento presupone una falta aún peor, ya que el acopio irregular de elementos pirotécnicos está penado por una ley nacional, y a que se debe responder a regulaciones de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (exRENAR). Finalmente, toda la feria fue clausurada.