En su último boletín, la OMM sostuvo que la probabilidad de que el actual episodio de La Niña continúe durante los próximos seis meses es del 70 % para el período de septiembre a noviembre de 2022, aunque ese porcentaje disminuye gradualmente hasta el 55 % para los meses de diciembre de 2022 a febrero de 2023.
Cualquiera sea la fecha en que el fenómeno ceda, su impacto en la actual campaña agrícola argentina será vital. El mayor efecto, por ahora, se registra en el trigo, cuyo ciclo tradicionalmente va de mayo a diciembre.
Un reciente relevamiento de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires anticipa que la producción de trigo se ubicará en las 17,5 millones de toneladas “como consecuencia de la ausencia de precipitaciones”. Se trata de la cifra más baja en los últimos siete años.
“Vamos hacia un desastre productivo”, opinó el referente del GEA Cristián Russo, quien aseveró que, a diferencia de otras campañas, los efectos de La Niña “no se compensaron con otros eventos”.
Aunque con menos intensidad, también se prevé un retroceso en la producción de maíz, cuya siembra se da entre septiembre y octubre. Ello se debe, en opinión de la Bolsa de Comercio de Rosario, fundamentalmente a “la sostenida falta de agua”.
Frente a este panorama, muchos productores maiceros optarán por realizar una siembra tardía, cuya participación en la campaña será récord, según el mismo informe. Pablo Mercuri, desde el INTA, pronosticó en igual sentido: “Habrá una migración masiva hacia el maíz de segunda (los sembrados sobre un cultivo invernal)”, dijo.
Como contracara, se espera una expansión en la producción de soja, un cultivo menos sensible al déficit hídrico. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó un aumento del 10 % en las toneladas totales, provocando un cambio de tendencia tras varios ciclos a la baja.
“Después de casi seis campañas el cultivo de soja podría tener un incremento en cuanto a la superficie”, dijo el analista de Estimaciones Agrícolas Martín López, quien explicó que debido a la sequía muchos productores cambian hectáreas pensadas para el maíz por la soja.
El especialista añadió a Reuters que se espera un área de soja de 16,7 millones de hectáreas, 400.000 hectáreas más que hace un año, y una superficie de maíz de 7,5 millones de hectáreas, frente a los 7,7 millones de la campaña 2021/22. La soja también se beneficiaría de áreas de trigo pérdidas por la sequía
El impacto en números
Los cambios provocados por la sequía tendrán efectos sobre la economía argentina, aunque dada la incertidumbre de los precios internacionales resulta complejo estimarlo con exactitud.
Según el consultor Néstor Roulet, la pérdida estimada asciende a 3.300 millones de dólares, considerando las consecuencias en trigo, maíz y soja. El especialista evaluó no sólo las modificaciones en la superficie sembrada, sino también el menor rendimiento generado por el déficit hídrico.
Para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la caída esperada se ubica en valores más altos: según un reporte presentado ante autoridades nacionales la merma ascenderá a 4.000 millones de dólares (contabilizando todos los cultivos exportables), lo que significa un descenso del 9 % respecto a la campaña anterior.
El proyecto de Presupuesto 2023 del gobierno argentino, en tanto, no brinda una cifra precisa, pero del texto presentado al Congreso se infiere una visión más optimista que la del sector privado.
Dada la volatilidad de las condiciones internacionales, será buen consejo replicar lo mencionado anteriormente por el referente del INA Juan Borús: lo mejor será realizar un análisis con los números finales en la mano, lo que ocurrirá recién al final de la campaña, hacia mediados de 2023.