Un gran error habitual es una vez colmado el recinto, es cuestión de meterse de a caballo y hacer que los animales entren a al manga, el vacuno odia el encierro, y al sentirse atrapado y sin salida, adopta comportamientos ultradefensivos (y en otros casos, agresivos) que traban el movimiento de salida.
Es mucho mejor llenar los toriles a medias, a lo sumo a 2/3 de su capacidad, porque esa holgura permite a los animales moverse y buscar la salida, que no es otra que la manga. Una vez que los vacunos entienden que por la manga van a salir, el trabajo nunca será empujarlos sino atajarlos para que no se atoren.
Otra gran ventaja de darles espacio a los animales es que ya no es imprescindible trabajar dentro del toril ni de a caballo, lo que nos ahorra riesgos y alarga la vida del equino. Se puede presionar a la tropa desde afuera, mejor si se usan banderas largas, pero sin necesidad de entrar en contacto.
No Llenar la manga a pleno
Es un error tener la idea de que hay que inmovilizar a los animales por el hacinamiento, porque solo así se les podrá aplicar los tratamientos sin problemas.
En general, sucede todo lo contrario. Los animales se enciman de más, algunos son más sumisos y se echan o se caen, otros son más ariscos y tratan de escapar como sea, y complica mucho el trabajo. Hay animales que quedan fuera de nuestro alcance, y además, son pisoteados, y otros a los que debemos atajar, que a veces caen hacia atrás o se dan vuelta, o se escapan del tormento a que los estamos sometiendo. El vacuno debe tener un mínimo de movilidad para aceptar el encierro en la manga, y debemos hacer rápido lo que haya que hacer. Es mucho más fácil trabajar en la manga con un animal de menos que con uno de más.
El vacuno debe aprender que el pasaje por la manga va a ser algo rápido, porque en cuanto el encierro se alarga, algunos individuos (no todos) van a entrar en pánico, y eso no nos sirve para nada. El mismo llenado de la manga requiere más intentos y tiempo que el llenado en no más de dos maniobras, aunque sobre algo de espacio.
Las mangas y las plataformas de trabajo vienen cada vez más altas a causa de este afán de sobrecargarlas, porque cada vez cuesta más impedir que los animales tratan de saltar afuera. Pero esa es una solución que agrava el problema, y que además exige al operario un esfuerzo desmedido porque debe trabajar agachándose centenares de veces durante la jornada.
No contar con la presencia de perros en corrales y manga
Digo “presencia” porque a veces los perros son activos, es decir, se mueven, corren, ladran y hasta muerden, y otras veces eligen un lugar desde el cual miran y acosan a los vacunos aunque parecen pasivos. No importa cómo estén presentes, porque lo mejor es que estén ausentes.
El miedo que el vacuno tiene al canino es muy superior al que le podemos causar los humanos incluso cuando nos ponemos agresivos. La distancia de seguridad que el vacuno necesita respecto de un perro es varias veces mayor que ante nosotros.
El vacuno nos soporta, mal o bien, a su lado en la manga. Incluso tolera que lo toquemos y lo pinchemos. No les sucede lo mismo si un perro asoma la cabeza por la manga, ni hablar si los mira fijo, les ladra o les tira mordiscos al aire.
Está medido científicamente que la mera presencia de perros, y hasta su olor, alteran el ánimo de los bovinos y afecta su comportamiento normal y su rendimiento productivo, desde la producción de leche hasta el engorde diario, pasando por la tasa de preñez en IATF.