El barrio Esperanza es uno de los sectores más necesitados en cuanto a servicios básicos y con familias desocupadas o con trabajos temporarios que a partir de la pandemia por coronavirus han ido en aumento. Esto lo observa Natalia Sosa, referente del comedor y merendero "Pancitas Felices" quien de iniciar con una entrega de 18 viandas de comida, actualmente está entregando más de 200.
Natalia comenzó colaborando en el comedor como cocinera, pero al poco tiempo quienes lo habían originado no pudieron continuar y ella decidió hacerse cargo. “Trasladé el comedor a mi casa y continué con este trabajo solidario”, dijo, por lo que oficialmente Pancitas Felices se denomina desde el 6 de enero de 2019.
"Empezamos entregando 18 raciones de comida y hoy estamos entregando más de 200", destacó Sosa quien en todo momento se muestra agradecida por la ayuda de toda la comunidad de Caleta Olivia. "Este comedor no funciona si no es por la donación de las personas de buen corazón". En varias oportunidades se pensó cerrar el comedor por la falta de insumos. Vale recordar que este comedor y merendero no recibe ayuda del estado ni privados, y hace más de un año que se trabaja a pulmón con apoyo de entidades sociales, deportivas o religiosas, y los propios habitantes de la localidad.
Dentro de Pancitas Felices hay un gran equipo de colaboradores que les apasiona lo que hacen, "ayudar al otro". Muchos de los vecinos asisten en la cocina a cambio de su vianda de comida, muchos de barrios aledaños como Bontempo o Parque Industrial.
Uno de los grandes colaboradores es la Iglesia Cristiana Shekinah, a través de Gabriela Jaramillo, quien trabaja a la par de Natalia para el comedor.
Y en tiempos donde la necesidad aumenta se van sumando personas, como lo hizo recientemente Adriana, integrante de Caritas quienes se suman para realizar el desayuno o la merienda.
Tanto el comedor como el merendero funcionan tres veces a la semana. Desayuno y/o merienda y almuerzo los días lunes, miércoles y viernes. "Y si tenemos alimento para agregar un día más lo hacemos", dijo Natalia a Via Caleta.
Los mismos niños, o el papá o la mamá, se acercan a la casa de Natalia a retirar sus viandas. Como es una pequeña vivienda, la cocina para tanta cantidad se debe realizar al aire libre, utilizando un brasero y leña. Pero definitivamente el corazón de los que llevan adelante este comedor es gigante.
"Nosotros caminamos las calles del barrio, charlamos puerta a puerta con los vecinos para conocerlos y saber sus necesidades", contó Natalia y agregó: "Hay familias que no tienen gas, no tienen luz, sin un techo en condiciones, les falta camas, están enfermos, y conociéndolos surgen un montón de cosas".
"Pancitas Felices" no solo atiende a familias del Esperanza, sino de barrios como Bontempo, Hípico, el 40 viviendas y el 62 viviendas. "Yo no le niego un plato de comida a nadie, porque hay gente que solo recibe esta comida del comedor al mediodía y nada más", mencionó.
Pandemia
En tiempo de pandemia el trabajo en el comedor ha ido en aumento. En el transcurso de un año se pasó de entregar 18 raciones de comida a luego 40 o 50 más, y actualmente el número de entrega es de más de 200 raciones por día, lo que significan 600 raciones por semana. "La pandemia hizo que estas porciones de comida se sigan entregando porque indudablemente la necesidad está a la vista", manifestó Natalia.
Frazadas
En este marco de pandemia, de meses en el que frío ya es notable en nuestra zona y considerando las necesidades básicas de muchas familias, Gabriela Jaramillo junto a unas amigas lanzó la Campaña Solidaria de Frazadas para el comedor Pancitas Felices.
Gabriela Jaramillo dijo a Via Caleta que en realidad la campaña surgió porque gente del barrio en estas fechas de frío necesitan de abrigo. "La idea era juntar frazadas para los vecinos, algunas fuimos consiguiendo y no eran suficientes entonces surgió la idea de confeccionarlas", contó. Como el comedor recibe ropa para donar, muchas veces hay prendas que no están en condiciones para entregar entonces se decidió reciclar esas prendas para armar frazadas. La idea surgió de Mónica Orquera, quien prestó sus manos y su máquina de coser para iniciar la confección; y al poco tiempo se sumó Angela Gallardo también y entre las dos comenzaron a trabajar.
"Son manos solidarias que desde su casa y el saber hacer y tener una máquina de coser tienen la posibilidad de abrigar a otro, asique no solo es algo del comedor sino que involucramos a otras personas que colaboran sin dudas", expresó Gabriela.
Igualmente, se sigue recibiendo la donación de frazadas de la comunidad, y lo pueden hacer acercándose al comedor o comunicándose a los teléfonos 297-4049050 o 297-4214967. "La campaña no tiene fecha limite, al contrario, todo el tiempo que la gente tenga disponible donar algo es bienvenido. Hay vecinos que todavía no tiene servicios y la idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible", dijo Gabriela quien invitó además "a alguna persona con su máquina de coser se convierta en recicladora. Las animamos para abrigar desde el corazón", culminó.