El 8 de marzo no es un día más en el calendario, esta fecha se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y una vez más las calles porteñas, al igual que en el resto del país, se llenaron de mujeres empoderadas listas para reclamar sus derechos ante una sociedad machista.
Las consignas se repiten año tras año y lejos están de quedar gastadas e incluso cada vez hay más reclamos. Las mujeres salieron a las calles este martes para denunciar, entre otras cosas, que en la Argentina una mujer es asesinada por su género cada 28 horas, la brecha salarial en trabajos registrados es del 30 por ciento en comparación con los varones en un mismo puesto y en lo que va del 2022 dos travestis y trans fueron asesinadas, según datos del observatorio Ahora que sí nos ven.
Antes de las 16, las inmediaciones del Congreso de la Nación comenzaron a teñirse de violeta por las banderas de las diferentes agrupaciones sociales y feministas que concentraron para marchar. Pronto los vehículos ya no podían circular y la calzada se pobló de una gran marea de mujeres y disidencias que arrastraron a su paso el buen humor, la sororidad y la fuerza de estar juntas. Tampoco faltó el glitter para iluminar las miradas esperanzadoras de un mejor porvenir con una sociedad más justa.
Pero entre el baile, la vibración de los tambores y el ritmo de la música, los carteles y pancartas recordaban a cada paso casos como el de la joven de 20 años violada en grupo por seis varones en Palermo, la acusación de Higui por homicidio al defenderse de un ataque de abuso sexual y la desaparición de Tehuel que invitaban a detenerse un momento para reflexionar y luego volver a gritar “Justicia” con más fuerza.
La palabra de las mujeres en la marcha del 8M
Para Luciana de Martis, docente de Quilmes y miembro de La Revuelta del Gran Buenos Aires, perteneciente a Socorristas en Red, “a pesar de las leyes conquistadas, los derechos no son reales en los territorios”. En medio de una intervención con grafitis en la Plaza del Congreso, explicó que marcha porque “nos siguen matando, seguimos con miedo de salir a la calle, falta un montón todavía”.
Tras dos años de pandemia, las mujeres volvieron a conquistar las calles y a convocar un nuevo paro nacional. “Es la primera vez que vengo a Congreso, no esperaba tanta gente pero me encanta que hoy sea un día que estemos todas tan unidas”, consideró Bianca Calabrese, de 18 años, oriunda de Ramos Mejía y acompañada por su grupo de amigas “del colegio, de toda la vida”.
Durante la movilización todos los sentimientos se encontraron a flor de piel. Se mezcló la alegría de estar juntas con la impotencia y la bronca de las que ya no están. Se respiró la confianza de saber que cada marcha vale la pena y se quiebran hasta las gargantas de emoción al ver a las nuevas generaciones escribir una nueva y mejor historia.
Acompañada de su hija adolescente y de una amiga, a Teresa se le llenaron los ojos de lágrimas cuando habló sobre el mensaje que le quiere dejar de la marcha: “Que luche por lo que quiere, por sus sueños, por ella y por todas porque nos queremos vivas”.
“Vinimos por lo mal que la estamos pasando, la poca seguridad que tenemos y lo poco en cuenta que nos tienen”, aseveró Teresa, docente en la Ciudad de Buenos Aires de nivel inicial y habitué de las movilizaciones.