Por Dario Doallo
"Dunkerque" es una verdadera experiencia cinematográfica. De esas que vale la pena disfrutar en pantalla grande, en una IMAX si es posible (para eso la ideó y la rodó en 70 mm. exclusivamente Christopher Nolan), y apreciar en su totalidad esta envolvente, intensa y cargada de suspenso película bélica, que tiene todos los condimentos para subirse al podio de las mejores de la historia dentro del popular género.
En "Dunkerque", que este jueves llega a todas las salas para comenzar a desplazar de a poco a los tanques de las vacaciones de invierno, Nolan cuenta la denominada Operación Dínamo, el rescate de soldados belgas, franceses y británicos rodeados -en la ciudad francesa que da título al film- por el ejército nazi a finales de mayo de 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, en el que participaron todo tipo de embarcaciones, incluso civiles, un hecho que fue calificado por el entonces primer ministro británico, Winston Churchill, como un "milagro".
Al igual que en sus anteriores películas ("Memento", la última trilogía de Batman o "El Origen"), el director inglés no opta por una narración lineal, sino que lo hace desde diferentes puntos de vista y, fiel a su estilo, jugando constantemente con el tiempo: están los que tardan una semana en huir de la playa (tierra); las 24 horas de navegación de una de las embarcaciones civiles voluntarias de rescate (agua) y los 60 minutos de tres aviones que brindarán apoyo desde el aire a los improvisados rescatistas (aire).
En cambio, a diferencia de su filmografía, "Dunkirk" (su título original) es una de sus películas más cortas (apenas supera los 100 minutos) y los diálogos son escasos. "No quería que los personajes explicaran lo preocupados que estaban, sino mostrar las situaciones físicas y usarlas para que el público tuviera empatía con ellas", justificó el director.
El film atrapa al espectador desde la primera escena, en la que un joven soldado inglés trata de escapar de las balas nazis e ingresar en una zona "segura", aunque de ahí no pueda salir porque tiene el mar como barrera. El gran trabajo visual y sonoro, sumado al actoral (se destaca el joven Fionn Whitehead) hacen que uno se sienta inmerso en esta playa, en la que no hay nacionalismo ni soldados heroicos, simplemente la misión de huir de ahí y continuar con vida, inclusive a costa de un compañero. "En la guerra sólo hay miedo y egoísmo", dice uno de ellos en el film, que de esta forma se aleja de los estereotipos bélicos. Incluso no hace falta un nazi despiadado para generar odio y terror; de hecho, no aparece ni uno en escena, aunque Nolan se encarga de que estén presentes todo el tiempo, generando una atmósfera que te mantiene todo el tiempo expectante y con todos los sentidos alertas. "'Dunkerque' busca eso: la subjetividad narrativa. Simplemente estás ahí, en la playa, corriendo por la arena con el resto de los soldados. O estás en la cabina de un avión de combate, o estás en un barco que cruza el Canal", sentenció Nolan, que con este film demuestra una vez más por qué está dentro de los grandes directores de la actualidad.