Un primer tiempo en el que Los Pumas no pudieron hacerse fuertes en ningún aspecto del juego, más que en la defensa, que no es poco. Nuevamente no tuvieron demasiada obtención, producto de la presión de los All Blacks, no sólo en defensa sino, particular y principalmente, en ataque. Con un scrum sólido, lanzamientos efectivos a través de los que mandaban a los centros de punta a inmolarse contra la pared de Los Pumas y un uso estratégico y quirúrgico del pie por parte de Mounga o de Beauden Barrett, los neocelandeses tuvieron dominio absoluto. Aun así, Los Pumas se mantuvieron en partido producto de un sistema defensivo basado en la urgencia y en la férrea batalla en el uno a uno. De todos modos, está claro que nadie puede estar defendiendo todo el tiempo sin generarse un desgaste que, tarde o temprano, pagará. En cuanto al line, si bien funcionó medianamente bien, todas las pelotas que tuvieron los Pumas, se perdieron rápidamente producto, una vez más, de la presión de los hombres de negro.
Nueva Zelanda jugó un primer tiempo muy inteligente, en el que utilizó a sus hombres de mayor talla física (Akira Ioane, Ardie Savea, Scott Barret y Caleb Clark), para seguir generando ese desgaste que mencionamos anteriormente y que, terminó haciendo efecto, en la segunda mitad.
Lo cierto es que el primer tiempo fue 10 a 0 para los All Blacks, y está claro que fue un muy buen resultado para lo que generó Nueva Zelanda producto de la posesión de la pelota, de la presión en todos los aspectos del juego y de la seriedad con la que encararon el comienzo del partido.
El segundo tiempo traía consigo el desafío para los Pumas de intentar hacerse fuertes en algún aspecto del juego, aunque teniendo en cuenta la calidad y el nivel que demostró el rival en el primer tiempo, parecía complicado. De hecho, lo fue. Nueva Zelanda continuó jugando con comodidad, haciendo simple lo difícil, presionando cuando tuvo que presionar, ya sea a través del uso del pie para arrinconar a los argentinos, y colocando la pelota adentro de la defensa para subir con vehemencia generando errores no forzados, también en el scrum y en el line, y por supuesto, en el juego suelto, el juego por roles, en el que superaron ampliamente a los Pumas que, insisto, dio la sensación de que nunca pudieron afirmarse en ningún aspecto del juego.
El resultado final fue 38 a 0 para Nueva Zelanda.
Queda preguntarse si diez cambios en el equipo titular no son un exceso, más allá del agotamiento físico y mental de los dos primeros partidos, y de no haber jugado por más de 400 días. Es decir ¿Cuántas veces, este equipo que ingresó hoy a la cancha, tuvo la oportunidad de practicar scrum, line, lanzamientos de ataque, cuándo meterse en un ruck, cuándo no, cuándo esperar, cuándo acelerar, cómo cargar una pelota arriba y demás aspectos del juego, pero por sobre todas las cosas, cómo manejar las emociones y dosificar energía? Sí, el cerebro también se entrena.
El sábado que viene será Australia, para ponerle fin a un torneo que, hasta acá, ha sido increíble. A seguir trabajando y disfrutando del privilegio de pertenecer.