El presidente Alberto Fernández se anotició sobre el operativo irregular de vacunación realizado en el Ministerio de Salud el jueves por la noche, mientras cenaba en Olivos con el ministro de Economía, Martín Guzmán. El vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, le comentó la movida, según figuras del Gabinete cercanas al mandatario. Le avisaron al Presidente que el tema sería tapa del diario Clarín el viernes o el sábado.
Según Clarín, furioso, Fernández se comunicó con Ginés y lo sonsacó. “Espero que tengas una buena explicación para todo esto”, le dijo, ya cerca de la medianoche, en la primera y única conversación telefónica que iban a mantener hasta que el escándalo se volvió público. “Te voy a explicar todo”, contestó González García. Alberto estaba en la residencia de Olivos. Ginés, en su departamento de Puerto Madero. Al ministro le quedaban 24 horas en el cargo. No lo sabía ni lo intuía. Hasta se sorprendió por el llamado.
Según publicó Página12, el ahora exministro reconoció los hechos, aunque, de acuerdo al medio, no los consideró graves. Alegó que él mismo había viajado a Entre Ríos el jueves y que el operativo fue dinamizado por su asesor y sobrino, Lisandro Bonelli, “un muchacho poco confiable”, glosan desde la Casa Rosada.
Clarín aseguró que la primera reacción de Ginés ante el llamado presidencial fue decir que se había vacunado solo a quienes iban a viajar con él a México este domingo para acompañarlo en la celebración de los 200 años de la independencia de ese país. Fue una explicación que desde el vamos generó dudas por una sencilla razón: la inoculación no es inmediata. ¿De qué servía vacunarlos si la idea era proteger al Jefe de Estado?
Aun así, un funcionario albertista se contactó entonces con Ginés y le pidió que a primera hora del viernes desde el Ministerio de Salud se difundiera un comunicado para explicar quiénes se habían vacunado con motivo del viaje. Creyeron que podía utilizarse el viaje como excusa. Ginés se negó. Y, con el pasar de las horas, se enojó mucho.
A las 13.45 horas del viernes, ya con la idea de echarlo merodeando en su cabeza, Alberto volvió caminando a la Casa Rosada desde el Centro Cultural Kirchner. Venía del lanzamiento del Consejo Económico y Social, una de las grandes apuestas del Gobierno para este año. Sus hombres de confianza habían sido convocados a su despacho. Eran los mismos que habían estado con él en esa misma oficina, cerca del mediodía, explorando una salida a la crisis antes de ir al acto. Pero era momento de tomar una decisión final. El clima se había enrarecido luego de las declaraciones del periodista Horacio Verbitsky, que afirmó que había sido vacunado gracias a su “viejo amigo” Ginés.
Fernández habría cuestionado la vacunación vip, al cual habría catalogado como un hecho inmoral. El Presidente, de acuerdo a Página12, estaba convencido de que la maniobra estaba condenada a ser difundida. “Existe un registro único en el que constan los nombres de las personas vacunadas, su número de documento, la fecha de inoculación y la vacuna aplicada Es imprescindible para saber y programar la segunda dosis. Es público, de sencillo acceso”, sostiene la publicación.
Desde Río Gallegos, en el día de su cumpleaños número 68, Cristina pedía precisiones por chat, según Clarín. “Alberto, desde luego, se las daba. Los que estaban al tanto de esa comunicación no emitían comentario. La vicepresidenta había tenido una mañana con decenas de muestras de afecto, públicos y privados. El humor le cambió a medida que fueron trascendiendo los acontecimientos”, publicó el medio.
“Decile a Ginés que ahora su descargo lo quiero por escrito”, le ordenó Alberto a Cafiero. El jefe de Gabinete habló al menos cuatro veces con el ministro. No fue una situación fácil para él. Sabía lo que se venía. A González García lo conoce desde chico porque fue ministro de Antonio Cafiero entre 1988 y 1991 y solía verlo en los cumpleaños que su abuelo hacía en la casona de San Isidro. Cafiero no derramó ninguna lágrima solo porque hizo esfuerzos para contenerlas.
“Estamos cada vez peor. Esto no se puede parar”, reconocía un funcionario que se mantenía comunicado por WhatsApp desde un despacho cercano. “Si esta vez no vuela un ministro por el aire estamos fritos”, decía. Hasta los periodistas más consustanciados con el proyecto kirchnerista exigían renuncias por Twitter. De eso también se hablaba.
Alberto ya había decidido echar a su ministro. Le pidió a Cafiero que fuera él quien se lo comunicara. Antes, Fernández se comunicó de nuevo con Cristina para contarle la determinación. También le anticipó que Carla Vizzotti iba a ser la reemplazante. Antes de difundir su texto de renuncia, Ginés no tuvo más remedio que enviarle la explicación por escrito a Fernández.
En su descargo decía lo mismo que después hizo público: que él se hacía responsable del affaire pero acusaba a su secretaría privada y sostenía que él estaba en Entre Ríos el día de los vacunados.