La aún marañosa disputa por la presidencia ya cuenta con dos puntos de partida clave para la definición de las estrategias proselitistas: en Cambiemos y en la oposición no vacilan al momento de definir cuáles serán sus principales banderas para atacar a sus adversarios, y esto no sucede por la audacia de los comandos de campaña, sino por la vigencia de la grieta política y por la tragedia de la economía.
En el actual escenario, en el oficialismo nuevamente apelarán a reavivar el clamor antipopulista pero saben que recuperar el voto de los desencantados demandará también contar con un mensaje sólido para explicar que la inflación es un problema histórico cuyo combate requerirá más tiempo del programa que puso en marcha Mauricio Macri.
Aunque todavía aguardan que la mesa chica de Cambiemos difunda internamente los lineamientos para salir a hacer campaña, los referentes del PRO y de la UCR se atajan aclarando que "nadie puede negar el desastre de la economía". Las herramientas para sortear ese desafío surgirán de una suerte de revisionismo sobre la gestión de Macri para recopilar aquellos pasos que se dieron para dejar atrás la "belicosa" política de Cristina Fernández y para evitar el destino de la Venezuela de Nicolás Maduro. El nuevo plan de alivio económico también ayudará.
Llamativamente, y muy por lo bajo, algunos oficialistas relativizan la posibilidad de capitalizar la avanzada de la justicia en las causas por corrupción durante los gobiernos kirchneristas porque, advierten, hacerlo implicará pulir los argumentos para evitar caer en controversias vinculadas con la investigación que inició el juez de Dolores Alejo Ramos Padilla sobre una red de espionaje ilegal y con las excarcelaciones de exfuncionarios imputados por los cuadernos de Oscar Centeno que comenzaron a habilitarse desde Comodoro Py.
La promoción de la grieta plantea otro dilema para el oficialismo. Explican que salir a agitar temores dándole entidad al regreso de Cristina Fernández impacta directamente en la escalada del dólar, el tradicional refugio de los inversores en tiempos de elecciones.
Pero por otro lado, los operadores de Cambiemos interpretan que si no posicionan a la senadora nacional como la principal rival de Macri, dejan lugar a que el peronismo trabaje en la tan temida unidad.
En las bases de Cambiemos también esperan señales de Macri en torno a mayor apertura. Y ya no es un anhelo solamente de los socios radicales sino que es un pedido que comienza a tomar fuerza entre los más puros del PRO, como María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Estos últimos saben que en la reelección de Macri está su llave para llegar a la Casa Rosada en 2023.
"Macri es Peña y Peña es Macri", explican los oficialistas incómodos con el hermético esquema de la toma de decisiones para dar a entender que ese formato no responde solamente a una resistencia del presidente. La situación es tal, que los integrantes de Cambiemos (incluidos los del PRO) sin acceso a la mesa chica se enteraron por la televisión del regreso al FMI.
En ese marco, se interpreta como un gesto los múltiples encuentros que el Presidente mantuvo con Martín Lousteau. Por ahora, las reuniones sirvieron para escuchar la visión del dirigente porteño respecto a qué medidas económicas se deberían aplicar en un eventual segundo mandato. Por ahora no hubo un ofrecimiento formal sobre la vicepresidencia pero tampoco se descarta el nombre del dirigente porteño para volver a conducir un ministerio.
La debacle económica parece que en el peronismo aún no plantea el espanto necesario para concretar la unidad. Las múltiples fibras de ese gran espacio opositor interactúan pero, más allá de algunos que ya se lanzaron a la carrera presidencial, la mayoría se mueve con cautela tal vez a la espera del inminente lanzamiento de Cristina Fernández.
La indefinición del armado no impide empezar a afilar las lanzas con las que atacarán a Macri: el eje será la economía y los desafíos que ella supone no sólo en el corto plazo sino a partir del año próximo porque, todos lo afirman, será determinante renegociar con el Fondo Monetario.
La masiva sangría de los indicadores económicos resulta más que suficiente para los peronistas y particularmente para los kirchneristas, quienes buscarían evitar las comparaciones que puedan retroalimentar la grieta.
Las reuniones entre unos y otros se suceden mientras se toma nota de los resultados en cada provincia para traspolarlos imaginariamente al plano nacional. Todos apelan a la unidad pero sin despojarse de condiciones.
Algunos como Roberto Lavagna, cuya carrera plantea más dificultades porque apela a ser el candidato del consenso, esperan señales desde Córdoba, tanto por parte del gobernador Juan Schiaretti como de las urnas, porque la performance de los radicales como Ramón Mestre puede frenar o estimular el éxodo de quienes hoy integran insatisfechos las filas de Cambiemos.