Una sucesión de seis fuertes explosiones en tres iglesias y tres hoteles de lujo causaron una matanza este domingo en Sri Lanka. Se registraron a primera hora de la mañana (hora local) en diferentes partes del país, donde centenares de fieles celebraban el Domingo de Resurrección.
Al menos 290 personas murieron y hay más de 500 heridos, según informaron la policía y fuentes sanitarias, y las cifras continúan en ascenso. Entre las víctimas, hay también al menos nueve extranjeros.
La policía impuso un toque de queda y realizó una redada en Colombo, la capital del país. Una de las explosiones ocurrió en la iglesia San Antonio de Colombo, otra en la iglesia San Sebastián de Negombo, al norte de la capital, y la tercera en una iglesia de Batticaloa, en el este de la isla. Los tres hoteles atacados, el Cinnamon Grand, el Kingsbury y el Shangri-La, todos de cinco estrellas, se encuentran ubicados en Colombo.
Después de que los prefectos ingresaran en la localidad de Dematagoda, se registraron al menos dos explosiones, al parecer cuando los ocupantes de una vivienda detonaron explosivos para evitar su arresto.
El ministro de Defensa, Ruwan Wijewardena, describió los ataques como terrorismo y los atribuyó a extremistas religiosos. En tanto, el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, expresó su temor a que la violencia desencadene inestabilidad en el país y su economía.
Hasta el momento, nadie se atribuyó la responsabilidad de las explosiones. Las autoridades sospechan que dos de las detonaciones fueron obra de atacantes suicidas.
Estos ataques son los más sangrientos desde que terminó la guerra civil en Sri Lanka, un conflicto étnico-religioso que enfrentó a la mayoría budista cingalesa y a la minoría musulmana tamil durante más de una década.