En la Argentina un 10% de los niños tiene un trabajo, lo que está prohibido por ley. El porcentaje asciende a un 13% en el NOA y en el NEA y a un 20% en las zonas rurales.
Es la principal conclusión de la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna), realizada entre 2016 y 2017 y presentada oficialmente en la secretaría de Trabajo de la Nación, con la presencia de su titular, Jorge Triaca.
Según la encuesta, el trabajo no permitido por ley se intensifica entre los adolescentes de 16 y 17 años: el 31,9% del total del país realiza al menos una actividad, mientras que en las áreas rurales lo hacen el 43,5%.
Al igual que lo que ocurre con los más chicos, en el NOA y el NEA la incidencia del trabajo es mayor entre los adolescentes, con 36,8% y 33,4%, respectivamente.
El estudio es fruto de un trabajo conjunto entre el Indec y la Secretaría de Trabajo, y es la primera encuesta de alcance nacional que se realiza en la Argentina, ya que la anterior, de 2004, tomó solamente algunas partes del país.
La Eanna distingue a los niños, que son la población de entre 5 y 15 años, de los adolescentes, que tienen 16 y 17 años. Para la primera franja etaria el trabajo está prohibido, mientras que para la segunda está permitido pero con ciertas condiciones.
Los resultados corresponden a las respuestas de niños y adolescentes sobre actividades que no están permitidas por la ley.
Impacto en la educación
Los hogares con al menos un niño o adolescente que trabaja presentan un clima educativo bajo: el 68,2% de los hogares urbanos y el 87,7% de los del medio rural están integrados por adultos con un nivel educativo inferior al secundario completo.
Según esta estadística oficial, la inclusión educativa de los niños en la Argentina es casi universal (98,7% de los que residen en ámbitos urbanos y 96,6% de los rurales). Pero el trabajo infantil en cualquiera de sus formas incide en las trayectorias educativas de quienes lo realizan.
Las principales problemáticas que afectan a los niños y niñas que trabajan están relacionadas con las llegadas tarde y, en menor medida, con las inasistencias frecuentes a la escuela (el 29,6% de los niños urbanos llegan tarde y el 19,1% de sus pares rurales que trabajan para el mercado faltan con frecuencia).
Entre los de 16 y 17 años la asistencia escolar es aún menor: mientras el 87,4% de los adolescentes urbanos asisten a un establecimiento escolar, en las áreas rurales lo hace el 75,1%.
Durante la etapa adolescente se registran menores porcentajes de concurrencia y mayores niveles de repitencia, lo que se intensifica entre aquellos que realizan una actividad productiva: en zonas urbanas el 27,8% de los adolescentes varones que trabajan y el 16,5% de sus pares mujeres no van a la escuela.
En el medio rural, los impactos negativos del trabajo se profundizan: el 45,5% de los varones y el 23,0% de las mujeres que trabajan para el mercado no concurren a un establecimiento educativo.
Objetivos "Esta encuesta se realiza con el fin de intensificar políticas que mejoren la situación de los chicos en la Argentina", dijo Triaca, durante la presentación, y sostuvo que "cuando se dice la verdad se ven los problemas que verdaderamente hay en el país".
La encuesta se realizó en todas las localidades urbanas del país con más de 2.000 habitantes y en algunas poblaciones urbanas con menor población, así como en las zonas rurales.
En total, fueron encuestados niños en 38.195 hogares urbanos y en 11.855 rurales. En las zonas urbanas hay 6,6 millones de niños de entre 5 y 15 años y 1,1 millón de adolescentes de 16 y 17 años. En las rurales, 1 millón de niños y casi 200 mil adolescentes de entre 16 y 17 años.