A comienzos de septiembre, Krystil Kinkaid, madre de tres hijos y embarazada de ocho meses, conducía su minivan por la autopista Warren Road de Hemet, California, Estados Unidos, mientras habla por el altavoz con su esposo, Zach. De pronto, la charla se interrumpe por un grito y un estruendo y en ese momento la vida de Zach cambió para siempre.
"Aquel grito probablemente haya durado dos segundos, pero sigue dando vueltas en mi cabeza. Luego escuché un estruendo muy fuerte, y después silencio. Un silencio que se hizo eterno. Un silencio aterrador", contó Zach Kinkaid al Daily Mail.
Todavía al teléfono, después de escuchar gritos y movimiento de gente, un policía le informó que su esposa y su hijo todavía tenían pulso.
Krystil fue trasladada a un hospital de la zona mientras Zach conseguía un vuelo para reunirse con ella. Cuando llegó, su bebé ya había fallecido. Dos días después, también murió su mujer, dejando a sus otros tres hijos (de 11, 8 y 4 años) sin mamá.
A partir de entonces Zach comenzó una campaña para reunir firmas pidiendo una condena justa para el conductor del otro vehículo.
Pero además, publicó en su cuenta de Facebook las terribles fotos de su esposa y su bebé en el ataúd, para llamar la atención de los demás y generar conciencia sobre los peligros de conducir alholizados.
"La máxima sentencia que podría recibir este hombre es de 10 años. El Estado no piensa que hubo intención. ¿Cómo les explico a mis hijos esta injusticia? Mis hijos y yo nunca nos hemos sentido tan desechables...", dijo Zach.