Senji Nakajami, un empresario japonés de 61 años, encontró el amor y la felicidad en Saori, una muñeca de silicona a quien considera su novia.
El hombre está casado y tiene dos hijos, pero no vive con ellos. Se fue a instalar a Tokio por trabajo, y como los primeros meses se sintió muy solo, decidió comprar la muñeca, con quien desarrolló una relación particular.
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