El banco central de Turquía inyectó dinero a los bancos en medio de una crisis monetaria causada por las preocupaciones por las políticas económicas del presidente Recep Tayyip Erdogan, así como tensiones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos.
El banco central de Turquía anunció medidas para frenar la caída de la lira, mientras el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, volvió a atacar a Estados Unidos en medio de una escalada comercial y diplomática con su aliado en la OTAN.
El desplome de la lira turca frente al dólar supone el mayor desafío económico para la Turquía de Recep Tayyip Erdogan desde la crisis financiera de 2001. Las razones de este hundimiento son coyunturales y estructurales.
El 10 de agosto la lira perdió un 16% de su valor frente al dólar, una caída que se aceleró con un tuit de Donald Trump anunciando su intención de duplicar los aranceles a la importación del acero y aluminio turcos.
Erdogan intentó este lunes tranquilizar a los mercados y afirmó que los fundamentos de la economía turca son "sólidos".
Pero los economistas estiman que, más allá de las políticas económicas del gobierno, se tienen que buscar otras explicaciones a las dificultades de Turquía, 17ª potencia económica mundial.
A principios de agosto, Estados Unidos impuso sanciones contra dos ministros de Erdogan en protesta por el encarcelamiento de un pastor estadounidense. Ankara aplicó por su parte medidas similares.
Esta crisis entre dos miembros importantes de la OTAN, la más grave en 40 años, hizo temblar a los inversores y provocó una espectacular caída de la lira turca frente al dólar la semana pasada.
Ya antes de la crisis con Estados Unidos, los economistas anunciaban una inminente tormenta financiera. La tensión entre Ankara y Washington sólo ha hecho "exacerbar" una crisis económica emergente, explica Paul T. Levin, director del Instituto de Estudios Turcos de la Universidad de Estocolmo.
Los problemas estructurales de Turquía se reflejan en una fuerte inflación, que alcanzó en julio casi al 16% interanual, y un déficit de las cuentas corrientes que no cesa de aumentar.
Desde su llegada al poder en 2003, Erdogan construyó gran parte de su popularidad a partir de un elevado crecimiento y de colosales proyectos de infraestructuras. Los economistas describen al presidente turco como un partidario del "crecimiento a cualquier precio", empezando por el de un fuerte endeudamiento.
El Banco central de Turquía debe ser en teoría independiente, pero muchos economistas estiman que cada vez está más bajo la presión de Erdogan. Su decisión de no aumentar sus tasas de interés la semana pasada causó alarma en los mercados.
El banco central delineó una serie de medidas para inyectar "toda la liquidez que necesitan los bancos", en una jornada en la que la divisa turca cayó a un mínimo récord en los mercados asiáticos y llegó a cotizar a más de 7 liras por dólar y más de 8 por euro.
La caída de hoy profundiza el camino descendente iniciado el viernes, cuando la divisa -que ya llevaba meses depreciándose- se derrumbó más de un 20 por ciento tras el anuncio de nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones de acero procedentes de Turquía. También se vieron afectados los mercados de bonos y de acciones.
Los requisitos para la tenencia de liras y moneda extrajera serán recortados "para apoyar la estabilidad financiera y sostener el correcto funcionamiento de los mercados", anunció el banco central. Al hacerlo, las entidades bancarias tendrán mayor disponibilidad de fondos para préstamos.
La acción permitirá inyectar al mercado financiero 10.000 millones de liras (1.400 millones de dólares), 6.000 millones de dólares y el equivalente en oro a 3.000 millones de dólares, agregó.
El ministro de Finanzas turco y yerno de Erdogan, Berat Albayrak, dijo que el país tomará "rápidamente las medidas necesarias con sus bancos y autoridades fiscalizadoras", sin dar más detalles.También descartó que el Gobierno vaya a retener depósitos bancarios o intervenir en las tenencias de moneda extranjera.