El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, realizó este jueves su primera visita oficial al Reino Unido. En compañía de su esposa Melanie Trump, el mandatario fue recibido por la primera ministra británica, Theresa May, y por un maratón de protestas en las calles.
La previa fue tensa: la política doméstica británica está golpeada por la renuncia de ministros británicos por diferencias sobre la estrategia del "brexit". Además, Trump había declarado que se enfrenta a un Reino Unido "convulso" y que una salida de la Unión Europa suave y manteniendo varios acuerdos con el bloque no sería del agrado del electorado que ganó el referendum de 2016.
Ante este escenario, May recalcó que el "brexit" ofrece a ambos países la oportunidad de cerrar un pacto "sin precedentes" para impulsar el empleo y crecimiento. May relató las numerosas oportunidades que, a su juicio, el "brexit" ofrece a las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y el Reino Unido durante la cena de gala que compartió con Trump y con un centenar de empresarios en el palacio de Blenheim, en el condado de Oxfordshire (Inglaterra).
"Mientras nos preparamos para abandonar la Unión Europea, tenemos la oportunidad de llegar a un acuerdo comercial que haga crecer los empleos en el Reino Unido y en Estados Unidos", indicó la primera ministra. "También es una oportunidad para derribar las barreras burocráticas que frustran a los líderes empresariales a ambos lados del Atlántico", agregó.
"Tener a los Estados Unidos a nuestro lado fue, para mí, la mayor alegría", dijo May parafraseando al primer ministro Winston Churchill, antes de reiterar que "el espíritu de amistad y cooperación" entre ambos países tiene una "larga y orgullosa historia".
Trump permanecerá durante todo este fin de semana en el Reino Unido. El próximo lunes, se reunirá con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Helsinki.