Después de años de ser blanco de burlas, opresión, violencia y discriminación, gordas y gordos de todo el país y de todo el mundo se nuclean en grupos para compartir experiencias, reivindicar sus cuerpos, analizar su papel en la sociedad y, de ser necesario, planear una resistencia. Lo que sí es seguro: ya no quieren ser invisibilizados.
Los antecedentes mundiales del "orgullo gordo", o "militancia gorda", se remontan a Estados Unidos en los sesenta y a la fundación de Naafa (Asociación Nacional para la Promoción de Aceptación de la Gordura). Actualmente, en Argentina, Laura Contrera (filósofa y abogada de 41 años) y Nicolás Cuello (29 años, investigador de Conicet) son los referentes del movimiento.
"Yo venía ya de años de activismo feminista y disidencias queer y aun así me daba cuenta de que la lectura de los feminismos sobre la gordura me resultaba insuficiente para narrar esa experiencia de mi cuerpo en términos que impliquen no solo mi padecimiento individual, sino una colectivización de lo que nos pasa a las personas gordas", dice Contrera a La Nación.
"Si el feminismo había podido dar cuenta de experiencias individuales que tienen que leerse como colectivas me parecía un horror que 'gorda' funcionara como un insulto entre feministas, entre anarquistas, entre socialistas, entre personas comprometidas políticamente. Y me parecía también problemático que la solución a eso fuera el empoderamiento individual, 'animate', 'animate a lucir tu cuerpo': no se podía ver ahí una problemática colectiva".