En China, una mujer quería sacarse las ganas y comprarse un perro de una raza que le encantaba: Spitz. Esos perros se caracterizan por intenso pelaje y eso lo hace parecerse a un zorro, ya que también orejas levantadas y una cola larga.
Tras pagar 190 dólares por el animal, la mujer se fue feliz a su casa con su nueva mascota. Pero, con el paso de los días, comenzó a notar comportamientos extraños; en principio, lo que le llamó la atención es que el perro no ladraba nunca y luego los indicios fueron cada vez más claros: no comía el alimento balanceado y los otros perros se asustaban al verlo y se alejaban.
Entonces, la mujer decidió llevar al animal a la veterinaria para que le den una explicación. Y en definitiva, le vendieron un buzón. O mejor dicho, un zorro. Al tratarse de un animal salvaje y agresivo, tuvo que entregarlo a un zoológico.