En redes sociales se viralizó la emotiva historia de Mohamen Bzeek, un inmigrante libio de 62 años que desde hace 20 años tomó la decisión de ser padre de niños condenados a morir por enfermedades incurables.
"Hay que acariciarla porque es la única forma para que sepa que estamos con ella. Procuro darle todo el cariño que puedo porque es un ser humano. Tiene sentimientos", cuenta el hombre que hasta el momento sufrió la pérdida de 10 niños, de los cuales nueve viven en el cementerio que está al lado de su casa. El restante falleció en sus brazos.
Bzeek vive en Los Ángeles, en Azusa. Nacido en Libia, el Departamento de Servicios Infantiles y Familiares lo consideran como el hombre más compasivo del mundo.
"No soy un héroe. No importa lo que diga la gente. Hago lo que se supone que tienes que hacer como ser humano, ayudar a los que lo necesitan", explica el hombre.
Actualmente Bzeek está a cargo de una niña que nació con encefalocele, una enfermedad congénita rara que le impidió desarrollar su cerebro de forma adecuada.
"Yo me encargo de todo, de su alimentación, de las medicinas, de cambiarle los pañales y de las visitas al hospital, que son muy frecuentes", confesó respecto a los tres viajes semanales que realiza al Children's Hospital de Los Ángeles, que está a 50 kilómetros de su casa.
Tras ser consultado sobre su fuerza interior en estas duras circunstancias. aseguró: "Saco mi fuerza de mi fe y siempre lo afronto igual, queriendo a los niños como si fueran míos".
"La muerte es parte de la vida. A todos nos llega", confesó el hombre que de forma serena agrega: . "Antes de aceptarlos en casa sé que se van a morir, que llevan la sentencia de muerte encima. He tenido casos en que sus médicos me han dicho que tenían semanas de vida y aún así digo que sí. No me importan las condiciones. Los acepto igual. Y duele, duele mucho cuando fallecen. Me pone muy triste, pero tengo que seguir adelante".
En Los Ángeles tiene 35 mil niños bajo su protección, de los cuales 600 tienen problemas médicos severos y necesitan de asistencia de una enfermera. Y es su mujer, Dawn, la que se hizo dueña de este rol llamado "foster parent".
"Lo hago porque me encantan los niños y porque vengo de una familia muy grande en Libia", reconoció Bzeek, que inició este camino hace 31 años. En 1991 se le murió la primer niña. "Eso me hizo mucho daño", recuerda el oriundo de Libia.
"Mentiría si no dijera que hay niños que recuerdo de una forma especial. Se me vienen a la mente constantemente. Cuando muere un hijo, te deja muy mal durante semanas", relata, mientras recuerda a un niño al que tuvo que llevar al hospital en 167 ocasiones, ya que no podía comer nada sólido.
A la hora de hablar sobre su historia siempre muestra un perfil bajo. "No me gusta presumir de lo que hago con la gente. No quiero darle pena a nadie", confesó.